
La de ayer en Galapa fue una de esas escenas que parecen sacadas de las macondianas páginas de los libros de García Márquez. A las 5 de la tarde los familiares de Maicol Barreto Vergara,de 24 años y quien falleció hace cinco días en el Hospital General de Barranquilla, se aprestaban a participar en la eucaristía con la que lo despedirían cuando uno de estos decidió ver por última vez al que en vida fue su primo. “Levanté la tapa del ataúd y, en vez de aparecer el rostro moreno y delgado de Maicol me encontré con el de un hombre de bigote y facciones del interior del país”, recuerda el allegado.
Desconcertados, y aprovechando que en el lugar se encontraba la carroza de la funeraria La Paz, encargada de trasladar al Municipio el cadáver, la familia reclamó a su verdadero muerto.
Según Julio Barreto, tío del occiso, el error lo cometieron en el Barranquilla, ya que en ningún momento lo dejaron ingresar a la morgue a reconocer a su sobrino, el mismo que por falta de identificación permaneció varios días en el cuarto frío de la institución médica.
A las 7:00 p.m. por fin llegó a Galapa el cuerpo de Barreto Vergara, situación que llamó la atención de curiosos y que hizo que apenas abrieran la puerta del carro funerario los familiares levantaran la tapa del ataúd. “Esta vez no se equivocaron”, decían, a la vez que agradecían que al joven no lo hubiesen enviado a La Guajira, lugar donde será sepultado el “muerto equivocado”.
Por: Pedro Plata Acevedo