El crimen de un mayor retirado del Ejército, la mañana del jueves pasado, cuando se opuso a un atraco a los pasajeros de un microbús de la empresa Marsol, abre la discusión acerca de las medidas de seguridad que debe tener el transporte puerta a puerta.
Según un testigo presencial del hecho, los tres sujetos abordaron el automotor aproximadamente a las 6 de la mañana frente a la oficina de Marsol en la calle 93 No 47 - 13, cuando ya habían recogido en la puerta de sus casas a los demás pasajeros.
'A la altura del kilometro 13, dos de los individuos empezaron a insultar e intimidar a todos los que ahí nos encontrábamos. Mientras tanto, algunos les pedíamos que se calmaran y no fueran a lastimar a una niña que iba a bordo', cuenta la fuente que solicitó la omisión de su identidad.
Momento funesto. Al ver lo que sucedía, el mayor retirado Óscar Hernando Oviedo Arango intentó desarmar al delincuente que estaba armado, aprovechando un momento de confusión. 'Esa persona de aproximadamente 50 años que no había emitido palabra, con toda la frialdad del caso le propinó el disparo al mayor cuando los otros dos sujetos lo lanzaron hacia la parte delantera de la buseta. Después de eso terminaron de atracarnos, le pidieron al chofer que siguiera manejando y en una trocha del Parque Isla Salamanca pararon el vehículo y corriendo se internaron en el monte', anotó el pasajero.
Al consultar al respecto a la transportadora, voceros afirmaron que la empresa Colviseg, que se encarga de la seguridad, empieza a laborar desde las siete de la mañana por lo que no fue posible usar el detector de metales y aplicar otras políticas de protección.
'Somos otras víctimas más de la ola delincuencial que azota a la ciudad. Quizás la actitud del Mayor frente a esa situación no fue la más razonable', expresó un representante de la compañía.
Oviedo Arango era padre de dos hijos, estaba felizmente casado y presidía Centecaribe, una organización que agremia a militares en retiro que residente en esta zona del país.
Por Alejandro Rosales
