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El fin de semana pasado, unos 88.684 ciudadanos venezolanos cruzaron la frontera en busca de alimentos, artículos de higiene personal, medicamentos y otros productos que no se consiguen en su país. La movilización masiva se produjo tras la reapertura de la frontera, que ha estado cerrada desde hace 11 meses.

Esta corta reapertura fue la oportunidad para muchos de proveerse de alimentos y medicamentos de primera necesidad, debido al desabastecimiento que ha presentado el país vecino los últimos dos años. Para Colombia, el cierre de la frontera ha dejado ganadores y perdedores, en medio de una inflación alta y la caída en los flujos de mercancías por los más de 40 días de paro camionero.

De acuerdo con cifras oficiales, el índice de escasez del banco central de Venezuela, que mide el porcentaje de mercancías que no están disponibles en las tiendas, llegó a un máximo histórico de 28%. Actualmente, los productos que más demandan los venezolanos son de básica necesidad: arroz, harina, azúcar, aceite, mayonesa, papel higiénico y otros artículos de uso personal, que hasta agosto de 2015 podían comprar en las zonas fronterizas.

Para Luis Trejos, profesor de Ciencia Política de Uninorte, el problema venezolano viene desde inicios de esta década y se agravó en la administración Maduro, entre otras cosas por el problema de la tasa cambiaría y la restricción de divisas. 'También porque el Estado venezolano nunca logró construir y controlar una eficiente red logística de distribución de alimentos y productos de primera necesidad y no haber perseguido ni desmantelado las mafias que operan al interior de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, dedicadas al contrabando de alimentos y gasolina', agrega.

En este sentido, el cierre de la frontera frenó en parte el contrabando desde Venezuela de combustible, alimentos, artículos de limpieza y tocador y medicinas. Particularmente, en zonas fronterizas como la de Cúcuta-San Cristóbal, el desabastecimiento fue más prominente, golpeado por los controles que mantienen los precios artificialmente bajos en Venezuela, que junto con las diferencias de tipo de cambio fomentan el contrabando. Incluso, se estima que 40% de los alimentos enviados al estado del Tachira acaban de contrabando en Colombia.

El desabastecimiento tiene un mayor trasfondo. De acuerdo con William Baca, profesor del IEEC de Uninorte, el principal problema surge en el detenimiento de su aparato productivo. 'Primero, por la voluntad del sector privado de no producir, dado las bajas expectativas en materia de ganancias; y segundo, Venezuela y su régimen actual al promover expropiaciones irresponsables solo causó mayor malestar', dice.

Los efectos en Colombia

En el último año, Colombia viene presentando una disminución en el comercio minorista. En mayo de 2016, según cifras del Dane, las ventas del comercio minorista disminuyeron 0,5% respecto al mismo mes de 2015. Las líneas que más han caído son las de vehículos automotores y motocicletas; productos de aseo personal, cosméticos y perfumería; electrodomésticos, muebles para el hogar y equipo de informática y telecomunicaciones para uso personal o doméstico; y calzado, artículos de cuero y sucedáneos del cuero

La apertura de la frontera abre la posibilidad a incrementos del comercio en estas zonas. De acuerdo con Fenalco, con el paso de más de 130.000 venezolanos que llegaron a abastecerse en Cúcuta durante el fin de semana pasado, el comercio local triplicó sus ventas. La entidad estimó que cada comprador realizó, en promedio, compras de $40.000 colombianos, y se calcula que las ventas del sector comercial durante el fin de semana se incrementaron en $5.000 millones.

Pese a esto, las compras masivas no siempre dejaron aspectos positivos. Dejaron a la zona sin reservas de productos como azúcar, harinas de todo tipo, granos y aceite; alimentos que ya venían registrando pocas existencias por causa del paro camionero. Además, en el caso hipotético de una apertura total, es posible que se presenten incrementos en los precios asociados a la mayor demanda.

El cierre de la frontera ha afectado en las ciudades fronterizas colombianas especialmente en materia de precios, donde algunos productos se dispararon. Cúcuta pasó de ser la ciudad con la inflación más baja de Colombia a tener la más alta; de acuerdo con la cámara de comercio de esa ciudad, el acumulado para junio de 2016 era ya de 6,83%.

Para Baca, la reapertura no debe ser total. Se debe hablar de aperturas estratégicas, donde la inflación de ciertos precios no afecte la canasta familiar. 'Las ciudades fronterizas seguirán atrayendo migrantes en la medida que se observe que hay oferta de productos. Se beneficiarán los comerciantes que dispongan de esos productos demandados. Los afectados pueden ser todos en la medida en que la inflación en Colombia siga aumentando. Sea por efectos climáticos, del paro camionero o la simple especulación', explica Baca.

Venezuela sigue igual

Si bien para la Cancillería colombiana la apertura de la frontera se realizó con fines humanitarios para contribuir con la disminución de escasez del vecino país, en la medida en que no se realicen cambios permanentes, no habrá un impacto verdadero. 'La apertura de la frontera con fines humanitarios, no cambia en nada la situación de desabastecimiento en Venezuela, ya que solo beneficia a algunos habitantes de los estados fronterizos cuyo poder adquisitivo es bajo, teniendo en cuenta la devaluación del bolívar con respecto al peso colombiano. Los más beneficiados son los pequeños y medianos comerciantes colombianos', señala el profesor de Ciencia Política, Luis Trejos.