
“Sé lo que es pasar hambre, no quiero que mis hijas lo sientan”: Brandon Valdés
El púgil barranquillero está radicado hace un año en Los Ángeles, Estados Unidos, en búsqueda de mejores oportunidades. Puede firmar con la Golden Boy.
Una lucha incesante dentro y fuera del cuadrilátero. Lejos de la delincuencia que manchó a sus padres en el pasado y del hambre que lo agobió en su niñez, Brandon de Jesús Valdés Daza decidió buscar el sueño americano el pasado 30 de enero de 2017.
Hace exactamente un año, el dúctil pegador barranquillero, de 19 calendarios y que reparte golpes en la categoría de los supergallos, llegó a Los Ángeles.
“Fue una bendición que Dios me dio. Gracias a Óscar Negrete, un pegador también colombiano, pude llegar a los Estados Unidos. Siempre quise estar acá. César García, su manejador, y que ahora es el mío también, me vio pelear. Sabía que era inteligente y me ayudó a sacar la visa”, expresa Valdés tras una ardua jornada de entrenamientos.
Cuatro horas: tres en el gimnasio Legendz Boxing y una corriendo. Así divide Valdés su actividades físicas. Allí aprende, muy de cerca, los movimientos de boxeadores que están en la élite.
“Entreno con el campeón mundial Óscar Valdez, con Jessie Magdaleno y por momentos llega Timothy Bradley. Entreno con boxeadores de alto nivel y eso es lo que me ha ayudado”.
Desde que aterrizó en la tierra del ‘Tío Sam’ ha peleado en dos ocasiones y todas en México. Su récord está invicto en ocho salidas al ring, cuatro de ellas por la vía del nocaut. El 16 de febrero, ante un azteca, el atlanticense, criado en el barrio Villa del Carmen de Soledad, afrontará su novena pelea profesional.
Difícil partida.
Edwin Valdés y Fabiola Patricia Daza, sus padres, su esposa Mishell y sus dos hijas: Isabel (un año y 9 meses) y Paulina (un año y un mes), son los motores que inspiran a Brandon.
“Dejar a mi familia fue lo más duro, pero a la vez me sirve y me fortalezco porque vengo a buscar el futuro de ellos, cómo ayudarlos y salir adelante. Sé a lo que vine, estoy consciente de lo que quiero. Deseo ser grande y sacarlos adelante. Acá ando concentrado en lo mío. Es duro a veces ver que en Barranquilla salía y aquí no lo hago, pero tengo en mi mente la idea de trabajar por lo mío. Quiero ser un campeón mundial”.

Toparse con Óscar de la Hoya ha sido también uno de los privilegios que ha podido gozar la joven promesa caribeña del mundo de las ‘narices chatas’.
“Tengo hasta una foto con él. No hemos podido hablar bien, la verdad, pero fue un gran exponente del boxeo. La idea, muy pronto, es firmar con la promotora Golden Boy. Quiero ser grande, como Pacquiao, esos pegadores que están en la cima, pero pasaron por muchas necesidades”, destaca.
El idioma le ha costado. A Brandon le va mejor tirando golpes que tratando de construir una frase en inglés pese a que lo estudia varias veces. A la hora del té, en la lona solo hablan los puños, los mismos que utilizará como arma para darle un mejor futuro a sus retoños. “Vengo desde abajo. Sé lo duro que es pasar hambre, no quiero que mis hijas lo sientan”.