El resonante caso de la demanda por la cual se ha sancionado al club Unión Magdalena tiene visos de drama deportivo y también su airecito sainete de español.
Y al fondo de todo esto un desgano inicial, una indolencia que ya rana con una completa irresponsabilidad de la parte afectada en todo esto. Un hecho que comenzó con una demanda laboral de parte de un ex jugador del cuadro bananero, y por el dejar hacer el 'globito' fue in crescendo y cuando por fin los directivos de equipo samario vinieron a ver la demanda había venido subiendo de estrado en estrado y ya se encontraba en plena Corte Suprema de Justicia, donde no vale ni el suplicante 'mamita mía', ni la bronca amenaza de los poderosos que se creen tales.
La Corte ha fallado y su estimativo en materia de perjuicios ascendentes a favor del demandante es de la friolera de los mil millones de pesos. Que por muy devaluada que se diga que está la moneda colombiana y si que los está, mil millones no se subestima ni en la rupia de la India, ni en el maravedí de la vieja España, ni tampoco en el peso boliviano cuando comenzó una caída que parecía no tener quien lo aguantara. Mil millones son mil millones, habría dicho Perogrullo, el hombre que nunca encontró contradictores, porque sus simplezas no las permitía.
Ahora vayámonos de individualidades deportivas. Pertenecemos a esa elite del periodismo deportivo que siempre esta de brazo cogido con el jugador, que no con el directivo. Ese jugador que nunca o casi nunca tiene defensores jurídicos y por lo mismo, lejos de ser un beneficiario es un perdedor consuetudinario ante los tribunales de injusticia, como los llamaba un pariente nuestro. Pero al parecer o visto esta que estos son otros tiempos y que no se puede ir mas allá de la consabida y aceptada explotación 'del hombre por el hombre', cuando a los futbolistas los ponen a jugar donde quieren y en las condiciones que se quieran.
Bien, que viene ahora, luego del 'macocazo' legalista que le ha caído en su testa a la plana mayor del Unión Magdalena? La suma, en tratándose de un equipo pobretón, que perdió su status de primera categoría hace unos cuantos años y no ha podido volver. Se dice que su liquidación final esta a la vista. Con la cual el demandante ganador no vera una cheka de gaseosa, con la que jugábamos los 'pelaos' de los años 30. Es decir, el jugador será un Rey de Burlas, una figura traída desde los tiempos primigenios del cristianismo.
¡Vaya un destino el de los pobres en Colombia!
Por Chelo de Castro C.