Compartir:

¿Cuánto tiempo hacía que no soñábamos? Muchos años. Décadas quizás. Y no hablo de esos sueños individuales y egoístas, que nos envilecen y muchas veces por alcanzarlos nos vuelven engreídos y prepotentes. No me refiero a esos sueños. Hablo de los sueños colectivos, que son menos frecuentes y por consiguiente más difíciles de alcanzar. Esos sueños comunes que cuando se cumplen perduran con el tiempo, a diferencia de los otros, que son efímeros y fugaces. Cuando un país sueña, los rostros de las personas que lo habitan cambian. También cambia su risa. Las risas de los moradores de un país que sueña dejan de ser tímidas y se vuelven carcajadas sonoras. Quienes sueñan ríen no solo con la boca: ríen con sus ojos, sus cejas, sus pestañas, sus orejas y hasta su nariz también ríe. Ríe la cara y el cuerpo entero de aquellos que sueñan. Los que sueñan son felices y viven llenos de esperanzas.