R Por la misericordia de Dios. Yo le decía a mi esposa que nosotros comemos de milagro porque yo no trabajo. Tengo al hijo mayor que trabaja a veces sí y a veces no. Pagamos 350 mil de arriendo, más los servicios, son como 500. El diario es como 20 o 30 mil pesos. No sé cómo, pero todos los días comemos. A veces una, dos o tres comidas, a veces arroz solo con ensalada de tomate. Y a veces Dios nos da comidas deliciosas. Así pasamos, comiendo humildemente, pero tranquilos y en paz. A veces trabajamos en familia cuando algunos amigos como William Fiorillo y Víctor Pacheco están pendientes de mí y me regalan alguna bendición para hacer asados o fritos para vender.
P A raíz de su pasado, ¿no hay temor de represalias contra usted?
R. Así como se han muerto algunos amigos que andaban conmigo delinquiendo, desafortunadamente, lo digo tristemente, la mayoría de las personas que me hicieron esto a mí se encuentran muertas. Camino confiando en la promesa de Dios, quien camina de su mano nadie lo podrá tocar. En mi corazón ya no hay maldad, hay arrepentimiento por todo lo que hice. Estoy confiado y sin nervios de que me va a esperar algún enemigo mío. Y si la muerte me llega a visitar, me iré tranquilo sabiendo que viví de más porque merecía la muerte. Dios me preservó hasta aquí. Me iría con una tristeza en el corazón porque en aquella época, por deudas, me les robé la casa a mis hijos para venderla y salir de las deudas. Antes que la muerte me visite quiero devolverle esa casa a mis hijos.
P ¿Esa casa la adquirió con lo poco que ganó cuando jugó en Junior?
R. No. Cuando jugaba también era malo. Le daba a mi esposa poco. Recuerdo que después del primer año de contrato en Junior, ya pensando en el segundo, le dije a Víctor Pacheco: si me afianzo en el equipo, voy a ganar más y voy a comprar un carro. Y él me dijo que yo era un gamín: ¿tus hijos tienen casa? ¡Cómprales la casa a sus hijos! Pero no compré la casa, así como agarraba la plata, me la gastaba. Mi papá fue quien les regaló la casa a ellos. Cuando me porté mal y empecé a llenarme de deudas, la vendí.
P ¿En cuánto la vendió?
R. En ocho millones de pesos. Cogí ese dinero y a la vuelta de una hora ya no tenía nada.
P ¿Qué mensaje le envía a todos los que están en el mundo de la delincuencia y las drogas?
R. Les digo que a mí no me lo dijeron, yo lo estoy viviendo: para el malo no hay final bueno. Hay tiempo de salir de ese camino, Dios hace milagros. Les ruego que salgan de esa vida o van a vivir de manera paupérrima ustedes y sus familias. Si están con vida es porque todavía hay esperanza. Hay que dejar de estar molestando por ahí. Vale la pena vivir decentemente.
Apoyo de ex compañeros
Víctor Danilo Pacheco y William Fiorillo, a través de una Fundación, están intentando brindarle ayuda a David Barros para que siga adelante con su vida por el camino del bien.
'Ellos me han dicho que no me quieren respaldar con migajas, que la idea es dejarme algo que me quede a mí y sobre todo a mi familia', dijo Barros.


























