El Heraldo
Caetano Veloso, músico, poeta, cineasta y activista brasileño. Cortesía
Cultura

“Una canción puede revolucionar el mundo de las canciones”: Caetano Veloso

La leyenda de la música brasileña es uno de los invitados estelares del Barranquijazz Festival, que se celebrará del 11 al 15 de septiembre. En medio de su Tour Ofertório, Caetano repasa sus raíces e influencias. 

La música de Caetano Veloso está hecha de naturaleza brasileña y androginia deliberada. De bossa nova, samba y de las canciones que escuchaba en la radio de su infancia. Del sonido idealizado de The Beatles, la energía de la psicodelia, el funk y el jazz. Es música que siempre se está reinventando y que ahora, en Ofertório, invita a «deixe-o livre para amar».

Esa propuesta será extendida también –y por primera vez– en Barranquilla. El artista, considerado uno de los grandes cantautores del siglo, es uno de los invitados estelares del Barranquijazz Festival, donde se presentará con sus hijos Moreno, Zeca y Tom, herederos de ese poder musical. 

En medio de su gira, que ha incluido conciertos en Italia, Portugal, España, Alemania, Argentina y Chile, Caetano respondió preguntas para El Dominical de EL HERALDO e hizo un repaso por sus raíces e influencias. Aquí, apartes de la comunicación. 

 

P.

Esta será su primera vez en Barranquilla, ¿qué lo ha acercado a una ciudad como esta?

R.

Una invitación al Barranquijazz. Claro que conocía Barranquilla de nombre, sobre todo por ser la ciudad de Shakira y también donde García Márquez pasó parte de su niñez y adolescencia. 

P.

¿Cómo ve las músicas colombianas o qué propuestas musicales colombianas le gustan?

R.

Me gusta la cumbia. Pero la canción colombiana no es tan conocida en Brasil. De todas maneras, no solo por Shakira, es vital para Latinoamérica que aspectos rítmicos y melódicos colombianos tengan hoy presencia global. 

P.

¿En qué búsquedas musicales particulares se encuentra Caetano Veloso?, ¿qué le interesa que sea y tenga su música?

R.

 Busco verdad estética. Escuché, de niño, muchas canciones, brasileñas, cubanas, portuguesas, mexicanas, norte-americanas, argentinas e italianas. Cuando llegué a la adolescencia la guaranga paraguaya fue un fenómeno en Brasil. Y oí mucha cosa francesa y española, juntamente con cosas del jazz norteamericano moderno en discos. Para fines de los 1960, me interesé por The Beatles, Jimmi Hendrix y (Bob) Dylan. Fui siempre enamorado de la canción. No pensaba tornarme profesional, pero no pude evitarlo. Hoy oigo funk carioca, rap americano y autores brasileños nuevos como Thiago Amud. Y nunca dejo de escuchar João Gilberto. Una y otra vez. 

P.

Usted ha reescrito la bossa nova, la música popular brasileña, las canciones de su niñez, ¿qué le trae regresar a ellas y qué busca en esas relecturas?

R.

A mí me gusta más cantar que escribir canciones. Pero mis discos son casi todos decepciones mías. Ahora, con mis hijos, canto algunas canciones conocidas en Brasil y muchas otras que son nuevas, de ellos y con ellos. En todo busco autenticidad estética. 

 

P.

¿Cuáles han sido los artistas y los intelectuales que más han alimentado su obra?

R.

João Gilberto sobre todos los demás. Cuando empecé a trabajar públicamente con música, ya hacía algo que era como el contrario de lo que hacía João. Estábamos Gilberto Gil y yo interesados en los fenómenos de la cultura de masas, apasionados por The Beatles. El cine de (Federico) Fellini había sido muy fuerte en mi adolescencia, pero cuando llegué a los 20 años, (Jean-Luc)Godard me alumbró. Volví a ver las películas norte-americanas de mi niñez con otros ojos. Y leí mucho. Literatura brasileña (sobre todo Clarice Lispector y Guimarães Rosa, además de los poetas Carlos Drummond de Andrade y João Cabral de Mello Neto) sin olvidar cosas importantes de la cultura universal, como Dostoiévsky, Stendhal, Thomas Mann, Sartre y Proust. Soy un apasionado del Carnaval de Brasil, sobre todo de Bahía, y sé cantar centenas de canciones de carnaval de décadas distintas. Mis canciones y mi manera de cantar deben mucho a todo lo dicho y a mucho más.

 

P.

El Tropicalismo despertó la irreverencia y mostró que era posible unir lo regional a lo universal. ¿Ha vuelto a ver un movimiento así?, ¿alguna discusión que lo amerite?

R.

El Tropicalismo ayudó a cambiar la perspectiva crítica de la canción en Brasil. Para mí, todo empezó con la película Terra em Transe, de Glauber Rocha. Hoy hay fenómenos masivos fascinantes y algunos experimentadores fuertes. La canción en Brasil es algo con mucha 
fuerza histórica.  

P.

¿Cree usted en la música como un arma para la revolución?

R.

No pienso en la música como arma. Una canción puede revolucionar el mundo de las canciones. Y puede, como toda manifestación artística, producir efectos sobre la sensibilidad social que ayuden a crear períodos con esa o aquella característica. No sé si las revoluciones político-sociales han producido más cosas bellas y buenas que autocracias. 

P.

¿Qué opinión le merece la vida política actual de Brasil?, ¿qué le inquieta?

R.

El gobierno que se eligió en Brasil el año pasado está formado por personas que piensan de manera opuesta a mi manera de pensar. Voté contra ellos y no estoy de acuerdo con lo que veo y oigo.  

P.

Usted quiso ser quizá pintor y/o escritor, ¿cómo sigue la pintura y literatura incrustada en usted?

R.

Escribí, hace como 20 años,  un libro sobre la experiencia tropicalista. Se llama Verdad Tropical. Hay otro libro mío, de textos diversos que escribí para periódicos. Se llama O Mundo Não É Chato. A veces escribo una u otra cosa, pero no tengo ahora mismo un proyecto de nuevo libro. 

P.

¿Qué es lo que más aprecia de la compañía y la conexión con sus hijos?

R.

 Sinceramente, todo. Estar con ellos, el hecho de que tengan tanto talento y que sean tan distintos cada uno de los otros, la simbiosis de las voces diferentes, la sensación física de la reproducción. Son tres tipos geniales, con personalidad y gracia. Moreno tiene ya una obra refinada y madura. Zeca es un relámpago de originalidad bruta, aunque muy suave. Y Tom es un músico de verdad, además de escribir versos fluidos e intensos - y de bailar funk carioca como los más encantadores chicos de Río.

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