“Inadmisible” es el término preferido por los burócratas cachacos para calificar un desastre que ya admitieron, que ya ocurrió. Sin reato ni recato después de rayo caído salen a declarar que la bomba en la Brigada de Cúcuta, o que el atentado a bala que hicieron al presidente Duque, o que cualquier otro desmán que los hizo quedar mal, son inadmisibles. Claro, después de llevar a cabo el manido “Consejo de Seguridad” que siempre convocan a posteriori. Porque ni hablar del vandalismo, que no cesa. ¿Será que la muerte del desprevenido ingeniero degollado por la “primera línea” es admisible? No le han hecho la bulla que corresponde. La triste realidad es que nos encontramos expuestos, a campo abierto, y en evidente riesgo.

Es que a punta de una equívoca y alguna  malintencionada  prensa y el ininterrumpido ataque de ciertos congresistas de la oposición apoyados por otros que se dicen  “independientes” y algunos “gobiernistas”, gradualmente se ha venido cediendo a los malandros que lo que buscan es la desfiguración del concepto de la inteligencia y el aletargamiento de los organismos encargados de la prevención para la seguridad.  Si bien han frustrado otros ataques, también son muchas las fallas evidentes. Se habla entonces de posibles infiltraciones, cosa que agrava más el tema porque combinaría debilidades en inteligencia, seguridad, y contrainteligencia. Es de suma urgencia  revitalizarlas.

Las marchas son convocadas por homicidas advertidos del riesgo de contagio. Hace dos semanas nos aterraba la cercanía a los 500 fallecidos diarios, y hoy, pese a la vacunación, nos acercamos a los 700. Una especie de genocidio. El vandalismo, además de los daños, cobra vidas. Y se las achacan al Esmad, entonces los excesos son de la policía, y no de los terroristas.  El caso es que pese a todo no andamos escamosos ni pendientes de alguna agresión, no sólo en las instalaciones militares y gubernamentales, sino también en las privadas.

No es tiempo de frescuras. Los radicales no desmayan en sus demenciales propósitos, así que el próximo golpe puede ser contra cualquiera de nosotros aquí, que a los malandros les arde que nos sintamos lejos de las locuras,  ya contrataron gente para lo de la estatua de Colón, que no fue obra de los marchantes sino de terroristas contratados para infiltrarse, 30 o 40 tipos con cuerdas y todo. Ya hay desmanes en la 17, y fijo vendrán más. Pero no se percibe en alerta ni a Pumarejo ni a la policía. Ni a nadie. Hoy se entra a un centro comercial y nadie revisa el baúl ni pasa el espejo que mira bajo el carro, para no hablar de perros anti explosivos. Nadie controla ni prevé, mala cosa que estemos frescurizados. Puede costar muy caro.

Coletilla: Esto se escribe antes de semifinales. Ojalá Rueda haya mantenido la línea ganadora, que con 6 costeños, 3 de aquí, jugamos nuestro mejor partido, y eliminamos a Uruguay. Así que no importa el resultado: Si Rueda aprendió la lección, y desoye los llantos cachacos, ya ganamos: Está claro que para la eliminatoria ¡La cosa es con los nuestros!