Que cese la horrible noche y el bien germine ya
Colombia se respeta, merece la paz, es tierra de reinvenciones, Amemos nuestra patria.
Colombia en pleno caos y agitación; las marchas, los desaparecidos, el profesor que grita a su estudiante recordándole que el poder es de él y de nadie más, tres mujeres asesinadas en menos de 72 horas en La Guajira, miles de fallecidos por causas asociadas a covid-19, jóvenes asesinados por salir a protestar, gente esperando la vacuna, otra esperando una oportunidad laboral, entre tantas cosas más que nos informan que estamos en un momento de estremecimiento social que debe llevarnos a crear nuevas narrativas y acciones.
Nos transformamos o nada habrá valido la pena, los gobiernos deben entender que las mentiras de campaña deben cambiarse por acciones contextualizadas a las necesidades, no de espaldas a la ciudadanía sino en equipo con ella, no se deben seguir ejerciendo procesos políticos desde la polarización y el fundamentalismo propio de quien no piensa en el poder para el bien común, sino para concentrar las riquezas en su exclusivo sistema que aparentando ser “democrático” recorre cómodamente las rutas de dictaduras asolapadas. Esto que afirmo no va solo a un gobernante, lo refiero pensando en las formas históricas de ejercer democracia, en las apuestas políticas que terminan siendo antipolíticas y revictimizantes.
No puede seguir siendo parte del paisaje la violencia, el irrespeto por la vida, el racismo, la misoginia y todas las formas de vulnerar los derechos humanos. Creo que existen todos los caminos para llegar a consensos desde las diferencias, tengo grandes amigos que son ateos y no por ello dejamos de ser amigos, otros que siguen ideologías como la uribista y no por ello dejamos de tejer diálogos constructivos, incluso amigos que son hinchas de un equipo de fútbol diferente al mío, dirán es que eso son temas conciliables, pero la corrupción, la pobreza extrema o el engaño político NO. Pues les diré que toda diferencia da la opción de convertirse en fortaleza, no pretendo romantizar algo tan complejo como la problemática nacional, reconozco que es momento de desarraigar las brechas, injusticias o como le queramos llamar, desde la ciudadanía activa pacificadora y rehumanizante, pero no boba. Es que si hay alguien que sabe y celebra que la patria boba esté despertando soy yo, pero siempre repetiré: Amarnos es urgente, cuidarnos, valorarnos y hacernos sentir desde acciones contundentes que no repitan las formas de quienes no queremos como líderes, de aquellos que siguen creyendo que todo se resuelve dando la orden de silenciar o matar; este mundo no será viable si no comprendemos que la vulneración de los derechos humanos será siempre la ruta de la involución humana.
En este sentido, como feminista y tejedora de paz, rechazo las violencias basadas en género, con dolor uterino lamento el asesinato de las 3 mujeres en La Guajira y de todas las mujeres a quienes matan por el hecho de ser mujeres. Que la violencia no nos nuble la razón, la compasión, el respeto, amar es urgente no me cansaré de decirlo, es hora de transformar realidades, el silencio y la indiferencia no pueden volver a ser una opción.
El país hoy se manifiesta no solo desde Bogotá, sino desde las regiones, con los indígenas, los afros, los y las jóvenes, ante esto nadie, ni siquiera un sistema sordo puede hacer caso omiso, toda agitación es maravillosa y si es desde el arte, la academia, los feminismos y todos los movimientos pacificadores podremos decir lo logramos. Cierro afirmando que Colombia se respeta, merece la paz, es tierra de reinvenciones, Amemos nuestra patria.
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