“Será el siglo de las mujeres”. De ahí que se necesitan más mujeres en espacios de poder que garanticen una representación igualitaria; mujeres que utilicen su poder para escuchar, hacer alianzas y que construyan democracia. Y ante estos retos indicó que, aunque no será fácil, están llamadas a trabajar para derrotar la desconfianza… Fuerza y coraje para seguir en la política porque sus países las necesitan” Michelle Bachelet
La política es el arte de transformar y por ello no se puede confundir con – dominios – particulares que impiden el desarrollo de una democracia enmarcada en la garantía de los derechos y el respeto por las diferencias; hace unos días vi los Diálogos – Colombia Decide – organizado por Noticias Caracol, con las 3 coaliciones de precandidaturas presidenciales, en las cuales, hubo aspectos comunes como discursos patriarcales normalizadores de las violencias políticas en razón de género, religiosidad fulminante de los derechos sexuales y reproductivos, desconocimiento del país diverso y pluricultural, retóricas revictimizantes, relatos libreteados que afirman comprender la pobreza porque fueron muy pobres, que son sensibles a los temas de género porque no olvidan que nacieron del vientre de una mujer, que aman los campesinos porque el tatarabuelo fue campesino, que nadie los ayudó a llegar a donde están porque no hacen parte de una maquinaria, que ellos son la única esperanza de un verdadero cambio y que transversalizaran el enfoque diferencial, todos esos discursos alejados de una perspectiva de género, étnica y diversa; contrario a ello proyectan una política plana y centralista, como si Colombia fuera lineal y no un país diverso, complejo y desafiante hasta los tuétanos.
La política sigue normalizando el racismo y el patriarcado, sigue ignorando lo que es Colombia y también lo que implica tener autonomía, todo parece un gran derroche de mentiras, urgencia de poder, necesidad de acumular riquezas y satisfacer interés particulares, entonces tendríamos que hacer un cambio decirle – mal ejercicio de la política y no darle el honor narrativo de llamarle política – en teoría politiquería – el perverso ejercicio de “legitimar” la corrupción y de hundir en desigualdades, pobreza extrema, inequidad, racismo y misoginia a un país que podría tener otros rumbos.
Pude leer en las redes esa desesperanza manifiesta posterior a escuchar a los candidatos y digo candidatos porque solo se presentó una mujer Arelis Uriana por el – Pacto Histórico- si hay más pero no fueron y uno de los precandidatos – Carlos Amaya – afirmó que ellos no tenían mujeres ahí porque no les gustaba meterlas de relleno cuando al final no representaban candidaturas con opción de ganar, que no era necesario esa parodia (todo esto después de decir que el tuvo paridad y más a favor de las mujeres en su periodo como gobernador de Boyacá) el problema no es lo que él diga, el problema es que es una radiografía de lo que se piensa en lo electoral, las mujeres como secretarias de campaña, como gestoras de votos, como los rostros amables y atrayentes de votos, la organizadora de eventos sociales o de entregas de regalos.
Es el momento de las mujeres, de dejar los racismos, las homofobias y todos los prejuicios que se normalizan como propuestas de “buen gobierno” , es momento de avanzar hacía una política transparente, tenemos una constitución de 30 años pero poco implementada, parece un artefacto que envejece sin darle uso, es el tiempo de los cambios y ellos los podemos propiciar en las urnas ejerciendo de manera responsable el voto y una ciudadanía activa que no se silencie por 50 mil pesos, ojalá que los candidatos no nos hagan afirmar que – no hay mejor para elegir sino menos peores– las mujeres y las nuevas generaciones estamos llamadas a cambiar la historia, ya han tenido mucho tiempo los patriarcales para gobernar el mundo.