En medio de todas las tristezas y frustraciones que nos generan los desvaríos de Petro y su combo de ineficientes ideologizados, Álex Char nos brindó éxitos y esperanza. Y ahora Junior Tu Papá nos regala la alegría del campeonato. Pero lo más satisfactorio no fue sólo la estrella once que desde aquél tres a cero estábamos acariciando y hasta festejando, sino la palera anímica que para el montón de periodiqueros interioranos significó el hecho que somos indiscutibles campeones, los mejores, cosa que el equipo mostró sobre todo desde los cuadrangulares, que le tocó el grupo más duro, el que denominaban “de la muerte”, y les ganó, pero nunca le reconocían los méritos, y hasta palo le daban (¡Cómo hace de falta “el negro” Perea!), en sus expresiones y declaraciones no podían disimular su anti barranquillerismo, tal como la mayoría de los precandidatos y periodiqueros de la política no pueden disimular contra Abelardo su sentimiento anti Caribe. Y no se trata de regionalismo exacerbado, sino que daba piedra escucharles develando su sentir.

La primera frustración de hinchas y jugadores de los equipos calificados como “grandes” fue que Junior tu papá, contra todo pronóstico, quedó de primero en su cuadrangular, y le tocaba jugar la final por el campeonato. En el primer partido el equipo barrió, no lo sufrimos, cosa rara en Junior, que siempre nos angustiaba, y de salida anotó tres goles que pudieron ser cinco. Ya en Ibagué, a pesar de las estupideces del árbitro, otra vez nos brindó la felicidad de, con tranquilidad total, verlo jugar y ganar. Cuatro a cero, para ardidez del anti juniorismo. El equipo se lució, destacó las virtudes de Enamorado, autor de tres de los cuatro goles clave de la final; resucitó a Teo, los porteros no hicieron extrañar a Viera, le dio oportunidad a los del semillero, Canchimbo se mostró como futura estrella, El técnico Arias puso orden y estrategia, y sembró mística en la nómina. Felicitaciones a los jugadores, al cuerpo técnico y, claro, a Fuad Char por la nueva estrella que nos hizo felices. Somos campeones, esta vez sin sufrirlo.

Menos mal también lo gozamos porque, de lo contrario, tendríamos que sufrir únicamente por el triste espectáculo de la situación nacional, y por la actuación pusilánime y hasta cobarde de nuestra dirigencia andina. Todo lo que nos ocurre por culpa de Petro y sus cómplices nos deprime, nos baja la nota la ausencia de verdadera oposición y la indiferencia ante la intención petrista de evadir las elecciones.

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