P.: ¿Qué es la escritura en bustrófedon? Andrés Valera, Bogotá.
R.: Es mejor decir bustrofedón, según su origen griego. Viene de bous (buey) y de strophé (retorno, giro), y significa “tal como da la vuelta un buey cuando ara un campo”. En efecto, al arar un buey sigue una línea recta, y cuando llega al fondo del terreno hace un giro de 180 grados e inicia el regreso por una nueva línea, paralela a la anterior. Hay varias maneras de escribir: en Occidente, de izquierda a derecha; judíos y árabes, de derecha a izquierda; chinos y japoneses, de arriba abajo, y, hace más de 2.500 años, en los albores de su esplendor, los griegos lo hacían en bustrofedón, es decir, una línea de izquierda a derecha, y la siguiente, abajo, de derecha a izquierda, lo que implicaba que las letras de las líneas pares se vieran invertidas, como si se leyeran reflejadas en un espejo, en tanto las impares tenían apariencia normal. Esta escritura arcaica cayó en desuso.
P.: Dije que, de oído, mi nieto había detectado una falla mecánica en mi carro, y alguien me advirtió que no se decía ‘detectar’. No alcanzó a decirme el porqué. Juan Villate, B/quilla.
R.: Tiene razón ese alguien. Si, por ejemplo, leyéramos en un informe de auditoría: “Se detectó un faltante en el almacén” o “detectamos un daño en una válvula de la subestación” esas no serían frases correctas, porque detectar no es oír o encontrar, sino descubrir algo por medios físicos o químicos. Por ejemplo: “El radar detectó la presencia de un avión extraño”, “la química sanguínea detectó una falla en su metabolismo”… Por lo tanto, volviendo a los ejemplos del informe de auditoría, debemos decir: “Se encontró un faltante en el almacén” o “hallamos un daño en la válvula de la subestación”.
Nota: Hace tres semanas, al responder una pregunta sobre música clásica en la Costa, dije que “tenemos amplia tradición de músicos clásicos, nacidos o asentados” aquí, y mencioné al barranquillero Roberto McCausland-Dieppa, colaborador independiente de EL HERALDO, pianista, compositor y director de orquesta, especializado en jazz y en música clásica, a quien en 2006 el Gobierno de Hungría galardonó con el premio Pro-Arte Hungarica por sus estudios sobre la obra de maestros húngaros como Franz Liszt y Béla Bartók. Este último, inmenso artista, mezcló elementos de música popular húngara en sus composiciones, lo que confirma algo que también dije esa vez: que la música popular es la base de la música clásica. Pues bien, McCausland me ha escrito una nota, concisa y expresiva, de la que extraigo esto: “Quisiera sugerir que se escriban artículos sobre Lucho Bermúdez y sobre Pacho Galán, ambos músicos excepcionales y entrenados clásicamente. Lucho tocaba el clarinete en el ámbito clásico y en el popular, algo que no es reconocido. Por su parte, Pacho era bien estudiado en contrapunto clásico. Sus orquestas eran bien disciplinadas. De pequeño tuve contacto con ambos, y los aprecié mucho”.
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