Recientemente la Organización Meteorológica Mundial manifestó su preocupación por el impacto del COVID-19 en el sistema mundial de observación. Las implicaciones que tiene esta condición de pandemia no escapa a las mediciones de tiempo y clima.
Dicha preocupación se asocia a una menor cantidad de mediciones, lo que infiere no solo la pérdida del dato que aporta a los modelos de pronóstico, sino a su vez, a vacíos de información complejos de recuperar, situación que sin duda repercutirá en escenarios futuros de investigación. Cabe mencionar la importancia de la continuidad de los registros en el seguimiento de probable ocurrencia de fenómenos de variabilidad climática como los Niños/Niñas, así como de indicadores de cambio climático y sus posibles escenarios.
Pero en el fondo, lo más preocupante de ese vacío de información es la repercusión negativa en función del conocimiento del riesgo de desastres, lo que en un momento dado implicaría, menos elementos de juicio hacia la prevención.
A nivel de país, es probable que este forzado aislamiento social incida para tener menos cantidad de registros de estaciones que requieren de un observador. De allí surge la importancia de las mediciones automáticas y el sensoramiento remoto, más aún, si tenemos en cuenta que la temporada de lluvias ha empezado a ser más notoria.
Aunque en principio y hasta hace poco tiempo existía cierta resistencia a suplir ese trabajo realizado por el hombre, progresivamente se ha venido demostrando la importancia de contar con registros al instante de una zona puntual, o a su vez, de información espacial que permita establecer una posible condición extrema; ambos aspectos complementarios y fundamentales, especialmente para la gestión del riesgo de desastres.
En ese sentido, desde hace cerca de dos décadas el IDEAM ha venido avanzando con la automatización de la red hidrometeorológica. Adicionalmente a raíz de los daños y pérdidas de La Niña 2010-2011, con recursos de Fondo Adaptación se fortaleció dicha red, teniendo a hoy más de 600 estaciones en tiempo real; así mismo, se puso en marcha entre el 2014 y el 2018 la instalación de 3 radares meteorológicos que se sumaron al de SIATA en Medellín, los 3 instalados por Aerocivil y el de IDIGER en Bogotá.
Hace un poco más de 3 años desde IDEAM promovimos una idea asociada a la medición y el monitoreo a través de proyectos de inversión del 1% por regalías. De allí sobrevinieron dos proyectos de gran impacto para el país. El primero de ellos, la adquisición del radar meteorológico que cubre un área importante de la Orinoquía; el segundo, uno de mayor envergadura, relacionado con la adquisición de la antena y todo el equipamiento necesario para recibir imágenes del satélite GOES16, con una tecnología que permite mayor detalle, una frecuencia de 10 minutos y una buena cantidad de productos en función del monitoreo. Hoy los dos proyectos son una realidad y todo un ejemplo de buena inversión en términos de la compensación que por ley se debe "regresar" al medio ambiente del país. La invitación a que continuemos con este tipo de proyectos en beneficio de mayores elementos para la toma de decisiones a nivel de ambiente, riesgo y ordenamiento del territorio.
@ChristianEuska
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