El segundo largometraje de la directora argentina Dolores Fonzi, Belén, cuenta la historia de Julieta (Camila Plaate), una joven que llega al hospital de San Miguel de Tucumán junto a su madre en busca de ayuda por fuertes dolores abdominales. Sin investigar demasiado, los médicos deciden practicarle un legrado debido al intenso sangrado que presenta. Pero antes de que el procedimiento termine, la policía irrumpe en la sala y la esposa a la cama, acusándola de haber cometido un aborto. Cuando despierta de la anestesia, Julieta se encuentra encadenada, sin entender lo que ocurre. Poco después, es trasladada a prisión.

Lejos de recibir la atención y el cuidado esperados en una emergencia médica, la protagonista es tratada como una criminal. Su historia se convierte en símbolo del maltrato institucional y de las fallas del sistema judicial, dando origen a un movimiento social que reclama el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo.

El caso llega a manos de la abogada Soledad Deza (interpretada por la propia Fonzi), defensora de los derechos de las mujeres, después de que la joven fuera condenada a ocho años de cárcel por “homicidio agravado por el vínculo”. Inspirada en la investigación de Ana Correa, plasmada en el libro Somos Belén, la película revive un hecho real que conmovió al país y se convirtió en uno de los impulsores del movimiento “Ni Una Menos”.

El guion, escrito por Fonzi junto a Laura Paredes, usa el nombre ficticio de Belén para proteger la identidad de la mujer real detrás de la historia. La mezcla entre drama y denuncia social se sostiene gracias a las sólidas actuaciones, que aportan realismo y profundidad. El resultado es una película necesaria, que pone el foco en las injusticias del sistema y trasciende las fronteras argentinas.

Camila Plaate ofrece una interpretación sensible y convincente, mientras que Fonzi, en el rol de abogada, transmite fuerza y empatía. El filme también expone las deficiencias del sistema de salud pública, que afectan sobre todo a las mujeres de los sectores más vulnerables, y cuestiona los prejuicios de una estructura patriarcal aún arraigada en la sociedad.

Lo íntimo y lo social se combinan con equilibrio, sin caer en el panfleto político. Belén invita a reflexionar sobre los derechos conquistados a través de la lucha y recuerda que deben seguir defendiéndose, porque así como se ganan, también pueden perderse.

Con esta obra, Dolores Fonzi consolida su voz como directora comprometida y lúcida, capaz de transformar un caso judicial en un relato humano y universal. Belén no solo revisita una herida social reciente sino que la ilumina con sensibilidad, coraje y una mirada cinematográfica que deja huella.

@GiselaSavdie