El 9 de julio el Gobierno le retiró la condición de negociador a alias Zarco Aldinever, por serios indicios de haber ordenado el asesinato de Miguel Uribe.

El Zarco lidera la Segunda Marquetalia, a la que se vinculó después de desmovilizarse en 2016, por lo que fue expulsado de la JEP. Sin embargo, en 2024, Petro inicia diálogos con esa disidencia y se levantan las órdenes de captura de Aldinever, lo que entonces me generó doble indignación por lo que relato a continuación.

En noviembre de 2021, estando en Junta de Fedegán, vi unas llamadas del presidente Duque y, cuando le respondí, me dijo que tenía problemas de seguridad y que el general Vargas, director de la Policía, se comunicaría conmigo. Así fue y me pidió esperar llamada del general Mujica, director de Inteligencia, quien me habló de una información crítica para mi familia que prefería darme personalmente.

En reunión ese mismo día en nuestra casa, el general Mujica nos informó que, a raíz del asesinato de dos agentes encubiertos se inició una operación en Venezuela para dar con los culpables, uno de cuyos resultados fue la información sobre el ofrecimiento de 1.000 millones a quienes asesinaron a los agentes, para que también asesinarán a un miembro de nuestra familia.

Difícil reaccionar a tal noticia, pero a mediados de 2022 nuestros hijos salen del país y mi esposa, la senadora María Fernanda Cabal, para entonces también precandidata, da declaraciones generales sobre las amenazas, siguiendo indicaciones del general Mujica.

A finales de agosto, Petro nos sorprendió con una invitación a palacio para hablar de nuestra seguridad y ofrecernos protección, lo cual agradecimos, pero también nos dejó claro que conocía lo que hoy relato, entonces no tan importante, pero indignante en 2024, cuando supimos de la gabela a quien quería asesinarnos, y doblemente indignante cuando se informa de indicios serios sobre la responsabilidad de El Zarco en el atentado a Miguel Uribe.

El gobierno conocía su peligrosidad, su intento contra nuestra familia con móviles políticos y, sabiendo que podría atentar contra otros candidatos, lo designó como negociador, desató sus manos y pasó el lamentable atentado a Miguel Uribe.

El asesinato político es selectivo, pues se busca desestabilizar y generar perturbación colectiva. El país lo vivió entre agosto del 89 y abril del 90, cuando el narcotráfico asesinó a tres candidatos: Galán, Jaramillo y Pizarro.

¿Vuelve acaso el asesinato selectivo como arma política? Nuestro corazón está con Miguel y su familia, pero el Zarco está libre y el peligro es latente para los candidatos.

Qué el Estado nos proteja; es su deber, o que Dios nos guarde, pero seguiremos luchando por el país.

@jflafaurie