La reciente decisión de Moody’s Ratings de rebajar la calificación crediticia de Colombia de Baa2 a Baa3 ha encendido las alarmas sobre el manejo de las finanzas públicas del país. Bajo este contexto, José Félix Lafaurie Rivera, presidente ejecutivo de Fedegán, presentó un análisis sobre la situación económica nacional bajo el título “Finanzas públicas: ¿Encrucijada… o sin salida?”
Según los números proporcionados la deuda pública experimentó un crecimiento vertiginoso, pasando de $805 billones en agosto de 2022 a $1.035,4 billones en febrero de 2025, lo que representa un incremento de $230,4 billones. Para el empresario resulta particularmente preocupante el comportamiento de la deuda interna, que creció un 45,7%, saltando de $481,6 a $701,8 billones.
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Según las proyecciones oficiales explicadas por Lafaurie, la deuda cerrará 2025 representando el 63% del PIB, ubicándose ‘peligrosamente’ a mitad de camino entre el límite ancla de la Regla Fiscal (55% del PIB) y el umbral riesgoso del 71%, situación que coloca al país en una posición financiera vulnerable que comprometería su estabilidad económica futura.
El dirigente gremial identifica tres factores principales que explican por qué “no alcanza el dinero” al gobierno actual:
- El desborde del gasto público encabeza la lista de problemas: Lafaurie Rivera señala como ejemplos el Ministerio de la Igualdad, “embajadas innecesarias”, subsidios controvertidos como el programa de “pagar por no matar”, convenios generosos con minorías étnicas y un descontrol en la prestación de servicios que ha generado cerca de 230.000 contratos por más de $9 billones.
- Los presupuestos inflados: Mientras en 2022 el presupuesto equivalía al 23% del PIB, en 2025 alcanzó el 30%, con metas de ingreso sistemáticamente incumplidas, incluyendo las proyecciones de la Reforma Tributaria de 2022, que prometía ingresos promedio de $23 billones anuales.
- El anticipo de impuestos implementado en 2023 cuando el gobierno modificó las bases y tasas de retención: Esta medida, reconocida posteriormente como un error por el propio presidente, habría afectado los ingresos de 2024 y habría obligado a un recorte presupuestal de $28 billones, aunque expertos sugieren que debió ser de hasta $40 billones, según el presidente de Fedegán.
- “Rezago presupuestal” de $61 billones correspondiente a facturas impagadas de 2024 que no están contempladas en el presupuesto actual. Según Lafaurie al momento de pagarlas, estas obligaciones reducen automáticamente los recursos disponibles, convirtiéndose en “otra pata que le nace al cojo”.
Según lo expúesto por el presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos esta combinación de factores habría desembocado en dos consecuencias económicas graves. Primero, una crisis de liquidez para atender gastos ordinarios, con un mínimo histórico de $8,8 billones en caja durante junio, aunque el gobierno mantiene proyecciones optimistas de cerrar 2025 con más de $20 billones.
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Segundo, un déficit fiscal del 7,1% del PIB, que representa el segundo más alto en más de 100 años, superado únicamente por el 7,8% registrado en 2021 durante la pandemia. Esta situación generaría la incertidumbre.
Para Lafaurie Rivera, la incertidumbre se convierte en un círculo vicioso que “arrastra el mayor costo de la deuda y el crédito en general, la pérdida de confiabilidad, el aumento de riesgo país, la menor inversión y la caída del crecimiento que es la base del pago de impuestos”.
Ante esta encrucijada, el empresario asegura que el gobierno mantiene su estrategia de aumentar la presión tributaria: Un decreto implementado desde junio incrementó nuevamente las retenciones, quitando ingresos al próximo gobierno y afectando al sector productivo. Adicionalmente, asegura que Colombia se prepara otra reforma tributaria que busca recaudar entre $19 y $25 billones adicionales, aunque sus posibilidades de aprobación en el Congreso se consideran limitadas.
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El presidente ejecutivo de Fedegán concluye su análisis con una propuesta: “No al manejo ideológico de la economía…, sí a la reducción del gasto, calificándolo como “un clamor nacional que no escuchan los oídos sordos del populismo progresista”.
