Cuando las luces de la calle se apagan por el hurto de luminarias, no solo se pierde la claridad en las noches, sino que se pierde también la tranquilidad de cientos de familias. Caminar a casa después del trabajo o esperar el transporte público se convierte en un acto de valentía; las sombras se vuelven cómplices del peligro y la inseguridad encuentra terreno fértil.
En los últimos meses, varios sectores de Barranquilla –incluyendo tramos de la avenida Circunvalar, el corredor Portuario, zonas residenciales y vías de alto tráfico– han quedado en penumbra por el continuo robo de cables y lámparas del alumbrado público.
Esta práctica delictiva afecta no solo la movilidad y la visibilidad para conductores y peatones, sino que también encarece la reposición de la infraestructura, recursos que podrían destinarse a mejorar otros servicios de la ciudad.
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“Nos sentimos desprotegidos. Antes había luz y podíamos caminar tranquilos; ahora salimos con miedo, porque no sabemos quién se esconde en la oscuridad”, relató María Teresa Linares, una residente de la zona aledaña a la Circunvalar, una de las zonas más golpeadas por este fenómeno.
En sectores de la Vía 40 se ha visto cómo, en cuestión de días, algunas lámparas quedan sin servicio. Así lo referenció el conductor Carlos Villa, quien aseguró que “nos da miedo salir en la noche. Antes la calle estaba bien iluminada, ahora está completamente oscura. Adicionalmente, el conducir en estos sectores es más peligroso”.
De igual manera, en la Circunvalar, los ciudadanos denuncian que, ante la falta de luminarias, se intensificó el robo en los puentes peatonales, por lo que eligen exponerse a atravesar la avenida para intentar evitar ser víctimas de este flagelo.
Según expertos, el hurto de luminarias en ciudades como Barranquilla responde a una mezcla de factores económicos, sociales y delictivos. El principal incentivo es el valor del material en el mercado ilegal. Los cables eléctricos contienen cobre, un metal muy apetecido por su alta cotización y fácil comercialización. Además, partes metálicas como brazos, soportes y tornillería son revendidas como chatarra sin mayores controles.
Otro factor determinante es la falta de vigilancia en ciertas zonas que son menos transitadas o con poca presencia policial, convirtiéndose en blancos fáciles para los delincuentes, que pueden operar sin ser detectados.
En algunos casos, los robos son cometidos por personas en situación de vulnerabilidad que ven en esta práctica una manera rápida de obtener dinero. Sin embargo, detrás suelen estar bandas organizadas que se benefician de forma más significativa.
Es de anotar que, según los expertos, la ausencia de sanciones efectivas contribuye a que este fenómeno persista. Aunque las autoridades realizan capturas, muchas veces se castiga al ejecutor del robo, pero no al comprador que sostiene el negocio ilegal. Esto genera un círculo vicioso difícil de romper.
Esto dice la ley
En Colombia, el hurto de luminarias públicas no se considera un hecho menor, pues afecta directamente la seguridad ciudadana y la prestación de un servicio esencial como el alumbrado. De acuerdo con lo establecido en el Código Penal, este tipo de conducta se sanciona bajo el delito de hurto, pero con agravantes especiales al tratarse de bienes destinados al uso público.
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Cuando se trata de un hurto simple, la pena oscila entre 32 y 108 meses de prisión, además de multas que van de 10 a 50 salarios mínimos mensuales legales vigentes. Sin embargo, al tratarse de bienes de uso público como postes, cables o luminarias, la conducta se configura como hurto calificado, con sanciones mucho más severas: entre 64 y 216 meses de prisión, junto con multas de 20 a mil salarios mínimos.
Adicionalmente, si durante el hurto se destruyen elementos de la infraestructura, también podría imputarse el delito de daño a bien público, que contempla penas entre 16 y 90 meses de cárcel.
Rechazo del Distrito
La Alcaldía de Barranquilla rechazó los reiterados hechos de hurto del alumbrado público que afectan la iluminación y la seguridad de los ciudadanos en distintos sectores de la ciudad, tras indicar que una parte significativa de estos delitos se concentra en el robo de cables, luminarias y postes, modalidad vandálica que deja calles, parques y vías principales a oscuras.
En 2025, las zonas más afectadas han sido la avenida Circunvalar, Corredor Portuario, Caribe Verde, la carrera 38, la vía a Galapa, el barrio La Unión, el sector del Jardín Botánico y el estadio Edgar Rentería. Además, parques como Villas de San Pablo, Modelo, 11 de Noviembre, Realismo Mágico, Sagrado Corazón y Los Muñecos también han sufrido daños constantes.
En coordinación con la Policía Metropolitana y la Oficina de Seguridad del Distrito, se han reforzado los operativos de vigilancia, logrando ocho capturas clave relacionadas con estos hurtos. Además, se desarrollan labores de inteligencia y monitoreo en puntos críticos mediante cámaras de seguridad y frentes ciudadanos.
Desde el punto de vista técnico, se han implementado medidas para dificultar el robo de implementos: reducción del calibre de los cables, cambio de cobre a aluminio, instalación de cableado aéreo en lugar de subterráneo y colocación de doble tapa de alfajor en los registros.
La administración distrital aseguró que también realiza reuniones con las comunidades para socializar avances, reposiciones y estrategias de cuidado del alumbrado público.
Carlos Sarabia, gerente de K-Yena SAS, empresa encargada del alumbrado público, destacó el impacto negativo que genera el hurto de luminarias en las vías de la ciudad debido a que genera múltiples desventajas en materia de seguridad y accesibilidad.
“Estamos enfrentando actos vandálicos que afectan el bienestar de los barranquilleros. El robo constante de cables, luminarias y postes no solo deja sectores sin luz, sino que pone en riesgo la vida de quienes manipulan estas redes sin conocimiento técnico. Trabajamos a diario para reponer lo hurtado lo más rápido posible, pero necesitamos también el respaldo de la ciudadanía para cuidar lo público”, expresó Sarabia.
El Distrito reiteró que cada luminaria hurtada y cada cable sustraído representan una agresión directa a la ciudad, al tiempo que anunció que continuará invirtiendo en seguridad, vigilancia y reposición, pero insistió en la necesidad de un compromiso colectivo para denunciar, prevenir y rechazar estos actos delictivos.
La falta de luminaria impacta en las vías
Isidro Ruiz, experto en movilidad, explicó que la iluminación artificial cumple un papel fundamental como apoyo al conductor durante la noche.
“Aunque los vehículos cuentan con sus luces, las luminarias ayudan a dar mayor claridad sobre el estado de la vía, las condiciones del entorno y los posibles obstáculos. Al faltar, se genera un mayor esfuerzo visual, cansancio y una sensación de inseguridad”, afirmó.
De acuerdo con su análisis, la falta de alumbrado impacta con mayor fuerza a ciclistas, motociclistas y peatones, quienes dependen en gran medida de la visibilidad en las vías para evitar siniestros: “La iluminación artificial brinda seguridad, ayuda a visualizar mejor el estado de la vía y evita que los conductores hagan un esfuerzo excesivo en la noche”.