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El 17 de septiembre de 1952 Guillermo Cano Isaza asumió la dirección del diario El Espectador. Tenía apenas 27 años. Ya llevaba casi una década en el periódico y empezó diagramando, corrigiendo pruebas, leyendo al revés, llevando galeradas a las páginas, untándose de tinta. Con el pasar de los años no solo se convirtió en uno de los grandes periodistas del país, sino que también fue un referente moral de la profesión, un hombre que nunca agachó la cabeza ante ningún tipo de poder.

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Lideró las denuncias contra el narcotráfico, algo que le costó la vida en otro día 17 del calendario, pero esta vez de diciembre de 1986, a manos del Cartel de Medellín. Y recordar su vida, su legado, sus enseñanzas, es aún más necesario cuando el pasado 12 de agosto se conmemoró un siglo de su natalicio.

Por ello, aunque todas esas fechas siguen en la memoria de muchos que lo vivieron, las nuevas generaciones de ciudadanos, y sobre todo periodistas que empiezan en el oficio, quedan lejanas con lo que fue este verdadero maestro.

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Es así como de esa necesidad nació el cortometraje Mientras haya tinta, una pieza animada de 26 minutos creada por El Espectador para recordar a quien fuera su director por 34 años y acercarlo a las nuevas generaciones.

La producción, realizada por la Unidad de Video del diario, y dirigida por Nicolás Anchury, contó con la participación de Jorge Cardona Alzate —ex editor general del periódico y estudioso de la obra de Cano— en la estructuración del guion. “Muchos periodistas antiguos conocen a Guillermo Cano y lo han leído, pero cada vez es más difícil que sus columnas lleguen a los jóvenes. Nosotros empezamos a pensar cuál era la mejor forma de llegarles a estas audiencias nuevas, a gente que está empezando en el periodismo, y decidimos hacer un cortometraje animado basado en sus columnas. Es casi que escrito por él mismo”, explica Achury.

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Cortesía El EspectadorEn una de las escenas del cortometraje aparece junto a Gabito.

“Escrito por él mismo”

La animación estuvo a cargo de los diseñadores Carlos Eduardo Díaz y Jaime Lecompte. “Incluyó fondos 3D, ilustraciones desde cero, construcción de personajes, animación de elementos… en total fuimos unas diez u once personas en la producción”, detalla Achury.

La voz que interpreta a Guillermo Cano es de un actor seleccionado mediante casting, cuya interpretación fue aprobada por la familia Cano.

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El guion se construyó a partir de cinco columnas que representan momentos clave en la vida de Guillermo Cano.

La primera, La jornada del 6 de septiembre, narra en primera persona el ataque e incendio de la sede de El Espectador en 1952, presuntamente por miembros de la Policía, y que marcó el inicio de su etapa como director.

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La segunda, Periodismo sitiado, que cuenta la censura impuesta por el Gobierno durante diez años, que obligó a los periodistas a “valorar lo que es la libertad de prensa y la libertad de expresión”.

La tercera, La tenaza publicitaria, aborda las presiones ejercidas por el Grupo Gran Colombiano tras las denuncias de El Espectador sobre irregularidades financieras. La pauta publicitaria fue retirada y se obstaculizó la circulación del periódico, pero las denuncias resultaron confirmadas.

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La cuarta, ¿Dónde están que no los ven?, recoge las investigaciones contra el narcotráfico, en especial contra Carlos Lehder y Pablo Escobar, que terminaron costándole la vida. La última, Si pudiéramos detener el tiempo, es una pieza íntima sobre su familia y el paso del tiempo, que permite mostrar al periodista fuera de la tensión política y las presiones externas.

El título Mientras haya tinta es un guiño a su persistencia. “Él nunca paró de escribir hasta el día que lo mataron. Mientras haya tinta, va a perdurar la libertad de expresión y su legado”, resume Achury.

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Cortesía El Espectador

Pensamiento actual

Para Fidel Cano Correa, actual director de El Espectador y sobrino de Guillermo Cano, la conmemoración es también una invitación a releerlo. “Lo más impresionante es la actualidad de su pensamiento, de su visión del país, lo cual habla muy bien de él y muy mal de nosotros. El país no ha logrado salir de este círculo de violencias, injusticias y corrupción que él denunció durante tanto tiempo”, señala.

Fidel recuerda que su tío veía el periodismo como un servicio público y que el periodista “no es protagonista” de la noticia. “En estas épocas en que tantos periodistas andan detrás del like, a veces se pierde el foco de la función social que cumple el periodismo”.

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También subraya que su legado va más allá de la confrontación con el narcotráfico, pues abarcó múltiples temas, siempre con la misma independencia frente a poderes políticos, económicos o criminales.

Para Fidel Cano, la mayor enseñanza que sigue aplicando hoy es que “el periodismo ante todo es un servicio social, y nuestras audiencias son nuestros jefes”.

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Recuerda, además, que Guillermo Cano leía todas las cartas que llegaban a la redacción y que de allí surgían historias y voces de todo el país que él procuraba visibilizar. “Poderes económicos, políticos e incluso criminales: no agacharle la cabeza a nadie. Esa fue su forma de hacer periodismo, y esa es la que nos guía”.

Camino a festivales

El cortometraje, que se estrenó el pasado martes en el marco del centenario de su natalicio, iniciará un recorrido por festivales antes de publicarse en el canal de YouTube de El Espectador. Mientras tanto, la intención es que sirva para acortar la distancia generacional con quienes no conocieron a Guillermo Cano.