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Las relaciones de pareja son importantes por varias razones, tanto a nivel emocional como social y psicológico. Una pareja puede ser una fuente clave de apoyo en momentos difíciles. Compartir emociones, preocupaciones y alegrías con alguien de confianza fortalece la salud mental.

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Estar en una relación sana ayuda a las personas a conocerse mejor, a desarrollar habilidades de comunicación, empatía y resolución de conflictos. Además, estudios muestran que las personas en relaciones estables y satisfactorias tienden a tener mejor salud general, menos estrés y mayor esperanza de vida.

Sin embargo, no siempre todo es alegría en las parejas y también se presentan las infidelidades, un fenómeno que lo explica mejor el síndrome de Fortunata.

El síndrome de Fortunata, que toma su nombre de la novela ‘Fortunata y Jacinta’ de Benito Pérez Galdós, describe la compleja red emocional de quienes se enamoran y desarrollan una dependencia y tracción hacia una persona casada, a menudo contra sus propios valores o creencias.

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“Entre las principales características o síntomas del síndrome en primer lugar destaca la presencia de una sensación de profundo enamoramiento hacia la persona objeto de deseo, la cual persiste en el tiempo e independientemente de la existencia de una relación actual por parte de este”, explica el Psicología y Mente, portal web dedicado a la psicología y neurociencias.

La persona con esta condición muestra una profunda lealtad y abnegación hacia su enamorado o enamorada y es habitual que se considere que la vida sin esa persona no tiene sentido “pudiendo hacer cualquier casa que el objeto de su amor les pida y siendo capaces de perdonar, justificar o pasar por alto cualquier acción o mentira de este o esta”.

Estas personas suelen tener fantasías utópicas respecto a que la persona que aman pronto terminará su otra relación para poder terminar juntos, e incluso tienen la creencia que tienen más derecho a estar junto a él/ella que la que tiene la relación actual.

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“Con respecto a la mujer u hombre casado con el objeto de deseo, la persona con síndrome de Fortunata mantiene una actitud ambivalente: por un lado la considera una rival a la que desprecia y considera que le está quitando algo suyo, mientras que por el otro lado puede mostrar empatía, admiración o ganas de ser como ella/él”, detalla Psicología y Mente.

Pese a que posee características que pueden calificarse como disfuncionales y generadores de sufrimiento, el síndrome Fortunata no es considerado como un trastorno psiquiátrico o una patología.