Delatada por su sonrisa amplia y acento indiscutiblemente costeño, Gabi Arenas, como prefiere que le digan para sentir cercanía y familiaridad, ha consolidado durante los últimos 40 años una carrera en el mundo de los negocios enfocado en exaltar la identidad cartagenera.
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Y es que aunque parezca tarea sencilla, trabajar desde los territorios enfocada en la promoción del talento y la preparación del mismo puede resultar todo un reto, uno que sin duda ha decidido asumir.
La infancia de Gabi transcurrió en la normalidad de un hogar clase media baja, 'más baja que media', dice entre risas. Sin embargo, hubo una cosa clara, aunque no tenía una solvencia económica absoluta, sí se quería algo había que madrugarle a la vida para ir a trabajar, ahorrar y en el mejor de los casos lograrlo.
Evidentemente hubo temporadas mucho más cómodas que otras, como lo dice ella misma, la vida del independiente puede llegar a ser muy incierta. Aunque no delató su edad para conservarse más joven, sí mencionó que para la época en la que era niña sus padres tenían negocio.
'En ese momento no me daba cuenta, pero en casa crecimos con una cultura muy fuerte enfocada al trabajo, y es que no era para menos, la vida nunca ha sido fácil y había que salir a ganársela y mis papás quienes tenían negocios de telas trabajaban mucho'.
De los recuerdos más claros que posee Gabi sobre esa época de su vida era la participación colectiva en el negocio familiar, al salir del colegio hacían las tareas en el almacén y sus vacaciones también la pasaban ahí.
'Yo creo que no había para pagar para que nos cuidara, pero siempre lo tomamos como enseñanza, las manos no faltaban, ayudábamos a empacar las telas, a barrer, contar los billetes o a estar pendiente que nadie se llevara nada, pero algo hacíamos y eso era chévere, porque uno se sentía importante'.
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Entrando a su propia realidad
Por muchas responsabilidades que tenían, la casa era la casa, y al crecer les tocó enfrentarse a la crudeza de la realidad, aunque Gabi anuncia que llegó al mundo real bien preparada.
'La dinámica del almacén de telas cambió, ya las cosas no eran como antes y salimos a buscar trabajo. Recuerdo que comencé vendiendo bolsos de cuero, y me iba bien, ganaba por ventas y eso me gustaba, hasta que un día me puse a pensar: Y si yo misma armo los bolsos y los vendo; y así arranqué'.
Así comenzó, consiguió un proveedor que le fió el cuero y como no tenía diseñador, ella misma se ponía a pintar como quería los bolsos para su marca. 'Nunca se me va a olvidar la creatividad que desarrollé en ese momento, el saco de cuero no se vendía y había que adornarlo, pero como no tenía yo misma pintaba con checas, tapitas, estropajo, lo que encontrara y a la gente le gustaba y se los llevaba'.
Con el paso del tiempo el tema de la marroquinería fue creciendo, la clave para ella no gastar de más ni endeudar por fartedades, una que le ha funcionado hasta hoy.
Por su esfuerzo sus hijos tuvieron mejores oportunidades en la vida, uno de ellos, José, apasionado por la cocina compró un restaurante en Cartagena, pero a los meses le tocó irse el país y dejó a cargo a su mamá.
'Yo no sabía nada de gastronomía, pero me tocó aprender y me metí primero como empleada, nadie sabía que era dizque la jefa, pero era para ver cómo se movía la cosa por dentro, y me enamoré del sector del servicio'.
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Pura cultura cartagenera
Ya metida en la industria, identifica una necesidad en Cartagena, y es que en la ciudad había restaurantes de cocina internacional, pero ninguno de gastronomía local. Por eso se pone manos a la obra para llevar esos sabores a la ciudad.
'Para mí lo más importante fue el menú, y es que Cartagena no es solamente posta cartagenera, sino higadete, bomba de mariscos, sopa de patacón y arroz con coco blanco. Con lo cual surge el sueño de crear Candé'.
Con el tiempo su familia se fue sumando, Alberto, Jose y Claudia (su nuera) con quienes ha consolidado un nuevo sueño, ‘Sabrosura’, el primer musical que reúne la cultura cartagenera en un sólo espectáculo.
'Con ‘Sabrosura’ hemos querido hacer varias cosas, la principal es mostrar la cultura cartagenera desde la música, la comedia y el teatro en una puesta en escena que se hace en La Serrezuela, devolviéndole también su facultad de circo teatro, y todo con talento local'.
Sobre esto último añade que toda la composición del show narra la historia de la ciudad, tocando incluso temas de orden social y público, priorizando que las estrellas sean cartageneros y cartageneras que conozcan y amen a La Heroica.
'Para mí la vida debe ser una completa sabrosura, y encontré mi felicidad trabajando por la cultura de mi ciudad, mostrando su gastronomía, pero ahora también su arte, dando así trabajo al propio y demostrando que sí se puede vivir de la cultura'.


