Compartir:

Todos contamos, así sea con una rendija, para ver el milagro de la vida en su diario devenir. Incluso, el oído colorea a través de los sonidos a esos protagonistas detrás de una paredilla. El virus, fruto indeseado de la naturaleza, llegó para trasformar las vidas humanas, las sonrisas ahora son con la mirada y los abrazos mutaron a codazos de afecto. Siete personas en Barranquilla narran la pandemia que perciben desde sus ventanas.