Salud

La ética del Veganismo, explicada en 4 testimonios

Afirman que su objetivo principal no es llevar un estilo saludable, sino una posición ética que aboga por la defensa de la vida animal.

El veganismo es definido por sus escuderos como una postura ética. Su objetivo principal, según ellos, no es promover un estilo de vida saludable, sino un activismo práctico en el que evitan a toda costa adquirir o consumir productos y servicios de origen animal.

Este domingo, cuando se conmemora el Día Mundial del Veganismo, EL HERALDO recoge los testimonios de personas en Barranquilla que han decidido implementar esta postura en su vida y a su vez inculcarla en quienes los rodean.

Unidos por convicción. Angélica Henríquez y Rubén Escorcia se conocieron en un gimnasio. Entre ellos hubo lo que describen como química, ya que desde el primer momento que se vieron sus “vibras” se manifestaron en “la misma frecuencia”.

A medida que pasaban los días y que se iban conociendo más a fondo se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común, entre ellas que ninguno de los dos consumía carne pues eran vegetarianos.

Con su noviazgo se dio la transición rotunda del vegetarianismo al veganismo. No lo hicieron precisamente porque esto significara que iban a llevar un estilo de vida más saludable, lo hicieron, según ellos, porque sus convicciones quedaron más arraigadas en velar por el bienestar de los animales.

“Ser vegano es un tema de ética. A veces las personas creen que el veganismo es por salud y esto no es así. Esta es una postura en la que se opta por respetar la vida de todos los seres vivientes”, expresa Escorcia.

Mery Granados

Henríquez complementa diciendo que el veganismo “no es una dieta” y esa concepción, que considera errada, es lo que lleva a que muchas personas que creen que están siendo veganas en realidad no lo sean porque no están entendiendo lo que significa serlo.

Para Henríquez lo que le desarrolló dicha conciencia fue ver un video en el que vio “la matanza horrorosa que está detrás de la industria cárnica”.

“A mí me marcó eso y pensé que no podía seguir haciendo parte de ese desastre. Me sentía cómplice al saber todo lo que pasaba para que un plato de carne llegara a la mesa. Lloré y dije que no podía más”, afirma.

En el caso de Escorcia, desde los cinco años se alimenta con vegetales y productos derivados. Pero confiesa que durante mucho tiempo se hizo “el de la vista gorda”.

“Yo no consumía carne, pero sí huevos y leche. Pensaba que lo necesitaba para mantener la masa muscular, nunca me cuestioné y por eso me tapaba los ojos con lo que estaba pasando, pero ya estando con ella fue que empezamos a evaluar juntos todo”, explica.

Ambos reconocen que la transición de una persona que toda su vida ha consumido carne y ha usado productos de origen animal no es fácil y son conscientes de que algunos veganos en su “afán” de convencer a más personas les dicen que poner en práctica todo esto es fácil y no es así.

“Esto también tiene una convicción. Si tú vas a ser vegano debes saber que la postura es la de respetar la vida de cada ser, esto no se puede hacer por moda o por verse como otras personas, tampoco es para ser más saludable”.

Además, afirma que otra de las razones por las que ser vegano es tan complicado es porque la sociedad está diseñada para consumir carne.

“No es para desanimar a las personas, pero yo hago una comparación. Ser vegano es difícil, pero por ejemplo tener hijos y criarlos no es fácil, terminar una carrera tampoco, entonces preguntó: ¿Si no fue fácil por qué lo hiciste? De ahí reflexionamos que por más difícil que sea un proceso si es tu convicción lo vas a finalizar”, puntualiza Escorcia.

Nathalya Posada le ofrece un waffle a su hija Emma. Mery Granados

Familia vegana

Nathalia Posada coincide, en cierta manera, que tener hijos y criarlos no es fácil, pero si se tiene la convicción de querer ser madre se puede lograr.

Ella afirma que planificó absolutamente todo con su hija, menos que nacería por cesárea por culpa de una enfermedad que le ocasionó, según ella, una mala alimentación. Por no consumir suficiente fibra desarrolló hemorroides.

“El médico me dijo que era mi culpa por no comer fibra. Entonces empecé a indagar cuáles eran los alimentos que la contenían y di con que eran todos los de origen vegetal”, recuerda.

Desde ese momento empezó a consumir alimentos integrales de origen vegetal. Según ella, durante un año no comió nada procesado. Después de eso notó una mejoría en su salud.

“Tuve seis meses de licencia de maternidad por lo que tuve tiempo de estudiar y tomar decisiones. Recuerdo que me topé con el documental What the health, y me impactó porque me di cuenta que me estaba enfermando por culpa de la comida”, dice.

La noche en la que estaba viendo la producción, recuerda, estaba junto a su esposo, pero su hija estaba en medio de los dos. En ese instante se dio una decisión que encajaría el rumbo de toda su familia hacia el veganismo.

“Mi esposo me tomó la mano y me dijo ‘no le vamos a dar carne a Ema, ¿verdad?’ Y le respondí que estaba de acuerdo con él y que no íbamos a alimentar con carne a nuestra hija”.

Para Posada, esto además significaba un reto ya que iba en contra de la corriente de lo que “impone la sociedad”, pero se encontró con una comunidad de alrededor de 30 personas con las que aprendió que lo que había visto era solo “la punta de un gran iceberg”.

“Ahí aprendí que también estaba involucrada la industria de la ropa, los cosméticos, productos del hogar, el cuero, etc. Todo se fue dando”, afirma.

Hace dos años empezó el activismo. Dice que desde hace cuatro está en el veganismo y que este ha tenido impactos positivos en su salud, aunque reconoce que su pensamiento no corresponde a un estilo de vida saludable, sino a “una postura ética que está en contra de todo maltrato animal, ya sea para nuestro entretenimiento, consumo alimenticio, vestir, entre otras cosas”.

Además dice que es hora de desmentir el argumento que afirma que ser vegano es costoso. Según ella, ha encontrado productos a muy bajo costo en el mercado. “La lenteja, por ejemplo, no está patentada como propiedad intelectual de los veganos y son baratas, la proteína vegetal de soya es baratísima y rinde mucho”.

Angélica Henríquez y Rubén Escorcia son pareja y comparten el veganismo. Mery Granados

Choque con las creencias

Karen Mancera es más nueva en el veganismo, aunque hace siete años ha estado estudiando la transición. Ella se ha dedicado a rescatar gatos de la calle y buscarles un hogar. Desde marzo decidió cambiar su alimentación para ir acorde con lo que profesa, “el respeto por la vida animal”.

Al principio, según ella, no fue fácil porque se dio de frente contra sus creencias religiosas. Ella es cristiana y al leer algunos apartes de la Biblia se encontraba con relatos de sacrificios animales.

“En ese momento pensaba en que no podía creer que el Dios en el que creía fuese tan cruel, pero estudié más a fondo y me di cuenta que las cosas no eran como parecían. Si uno lee el Génesis se da cuenta de que Dios dice: —Miren, yo les he dado a ustedes toda planta que da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que tiene fruto que da semilla; esto les servirá de alimento—”. Mancera sostiene que este argumento es suficiente para entender que sus creencias no iban en contra de su postura ética.

Para ella no existe pecado en ser vegano, por el contrario considera que va más en línea con lo espiritual al cumplir uno de los mandamientos de la fe, “no matarás”.

Su alacena está llena de garbanzos, lentejas y otras proteínas vegetales. En su nevera mantiene frutas congeladas para hacer batidos con agua o leche de almendra. Los cárnicos y lácteos están totalmente descartados en el hogar de Mancera.

Hoy, cuando ya ha superado lo que en ese momento consideró una confusión, dice sentirse bien con ella misma y con el universo al saber que ahora no solo piensa en preservar la vida de animales de compañía, sino que ahora vela por cada especie del reino animal.

Al igual que Angélica, Rubén y Nathalia, afirma que no es vegana solo por llevar un estilo de vida saludable, lo hace porque tiene la fiel convicción de que todos los animales tienen derecho a vivir en libertad y en perfecto equilibrio con la naturaleza.

Karen Mancera erradicó de su dieta todo producto de origen animal. Hansel Vásquez
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