La covid-19 sigue más presente que nunca en nuestro entorno y cualquier descuido puede ser mortal.
Ir a un centro comercial, un bar, un encuentro con amigos o un almuerzo de trabajo nos pueden convertir en un blanco fácil de alguna de las variantes del temido SARS-CoV-2.
El primer día sentí un leve dolor de garganta, no pensé que fuese nada grave porque no me impedía comer ni hablar. Al día siguiente el malestar no estaba, pensaba que había sido sugestión.
Ver tantas noticias de contagios y muertes me hicieron creer que la mente había hecho su trabajo.
Ese mismo martes por la tarde sentí un fastidio en la nariz, pero como unos minutos antes había salido a un almacén de cadena a comprar pan, café, toallas húmedas, antibacterial, entre otros víveres, creí que se trataba de la fuerte brisa.
Ese mismo día, a eso de las 6:00 de la tarde, empecé a sentir un leve dolor en los ojos cuando los movía. Ahí decidí llamar a mi EPS, conozco mi cuerpo y estaba seguro de que algo no estaba bien.
Paralelo a eso revisé los estados de WhatsApp e Instagram de varios conocidos y en varios encontré mensajes como: 'Oren por mí, estoy contagiado', 'cuídense, esto no es un juego', 'perdí el olfato'.