El sorpresivo resultado de la consulta del Pacto Histórico del pasado 26 de octubre disparó las alarmas en los partidos y movimientos opositores a Gustavo Petro. Los 2.700.000 votos que alcanzó la consulta de quienes aspiran a suceder a Petro en la Casa de Nariño –que ganó Ivan Cepeda con 1.500.000 votos– produjo nerviosismo y puso a pensar a quienes venían haciendo cuentas alegres con un triunfo arrasador en las presidenciales del 2026.
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Los resultados de la consulta del Pacto Histórico indican que no será así y que los opositores de Petro tendrán que trabajar muy duro –y unidos– si pretenden derrotar al petrismo, tanto en las parlamentarias de marzo como en las presidenciales de mayo o junio. El pasado domingo quedó demostrado que el Gobierno no solo tiene una base electoral disciplinada y muy bien aceitada, sino que también encontró elementos de unidad que hacen presagiar que el “cantado” triunfo opositor del 2026 no será tan fácil, como algunos creían.
De hecho, el petrismo logró zanjar con éxito los vientos de división que soplaron por cuenta de la escogencia de Carolina Corcho como cabeza de lista del Pacto Histórico al Senado. Para que ello ocurriera debió declinar la senadora María José Pizarro, quien había renunciado a su precandidatura presidencial con el compromiso de que sería la número uno de la lista al Senado, algo que no sucedió, puesto que la cabeza de lista terminó siendo Corcho.
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Pero mientras los partidos de gobierno encuentran mecanismos efectivos para alcanzar triunfos electorales y superan vientos de división, en la orilla de la oposición el panorama no luce –por lo pronto– tan despejado.
Ante la incertidumbre de las reglas de juego con las cuales jugarán, los precandidatos opositores libran batallas abiertas en las redes sociales con todo tipo de señalamientos contra sus opositores del mismo bando o espectro ideológico. Al no poder pelear con los enemigos, decidieron pelear entre ellos.
El blanco principal de “fuego amigo” ha sido el abogado y empresario Abelardo De la Espriella, quien irrumpió con mucha fuerza y ha logrado en muy poco tiempo un posicionamiento extraordinario en la opinión pública. Abelardo está en la tarea de recolectar 3.000.000 de firmas para oficializar su candidatura presidencial.
Ante la posibilidad de que la sangre del fuego amigo llegue al río –y las diferencias de hoy se conviertan mañana en grietas insuperables– los jefes naturales de los partidos y movimientos políticos opositores decidieron actuar con celeridad para empezar a pavimentar las vías por las que transitarán el próximo año los candidatos contradictores de Petro.
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Esa fue la razón que llevó a los ex presidentes Álvaro Uribe y César Gaviria a reunirse en Rionegro, Antioquia, con el fin de buscar puntos de encuentro que permitan alcanzar acuerdos electorales estables y duraderos entre el Centro Democrático y el Partido Liberal. “Queremos colaborar en la construcción de una gran coalición de base democrática, incluyendo desde Abelardo De la Espriella hasta Sergio Fajardo”, declaró Uribe, luego de su encuentro con el expresidente Gaviria.
El ex vicepresidente Germán Vargas Lleras –jefe natural de Cambio Radical, también partido opositor– se había expresado hace algunos meses en ese mismo sentido. Es decir, para Vargas Lleras solo la unión de todos los opositores permitirá derrotar a Petro y al Pacto Histórico el próximo año.
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Lo propio había manifestado el expresidente Andrés Pastrana, quien mantiene conversaciones y diálogo fluido con los expresidentes Uribe y Gaviria.
¿Qué futuro le espera a esa gran coalición política de partidos y movimientos opositores a Petro, liderada por los expresidentes y jefes naturales de los partidos políticos? ¿Tiene futuro esta especie de Todos Contra Petro (Toconpe)? ¿Están todos contra Petro o está Petro Contra Todos (Peconto)? Veamos:
Petro cuenta con “electores fieles”, pero también con “revoltosos fieles”
Petro tiene no solo un músculo electoral que le permite enfrentarse a sus opositores, sino un discurso virulento que intimida y asusta, ante la amenaza de “mover al pueblo” contra la “oligarquía y los esclavistas”. Está demostrado que así como tiene “electores fieles”, también tiene “revoltosos fieles”, que solo esperan un guiño para emprenderla con violencia contra todo aquello que represente un peligro para sus intereses. La tristemente célebre “primera línea” es prueba de ello. Su poder destructor no tiene límites. En Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla –ciudades con administraciones ajenas al Pacto Histórico– operan redes urbanas dispuestas generar caos y violencia a nombre de “causas sociales”. Sin duda, el próximo año los alcaldes de estas ciudades tendrán que enfrentar una prueba de fuego cuando se aproximen las elecciones parlamentarias y presidenciales. A todo lo anterior hay que sumarle un “ejército” de bodegueros muy bien pagos, capaces de destrozar en pocos minutos a quienes piensen contrario al Gobierno. Esa horda de salvajes a sueldo también hace parte de la maquinaria del Petro Contra Todos (Peconto).
Los retos y los riesgos del Todos Contra Petro (Toconpe)
¿Unirse toda la oposición garantiza el triunfo sobre Petro? No. El Todos Contra Petro (Toconpe) podría tener el efecto contrario, si se diseña sobre personas y no sobre propuestas y programas. De los más de 100 candidatos presidenciales que hay hoy en Colombia. ¡Más de 100! La inmensa mayoría están en orillas opuestas a Petro. Sin embargo, ninguno está en capacidad de vencer al candidato del petrismo o del llamado Frente Amplio. Mientras Petro “echa línea” y participa en política de forma descarada –sabiendo que todos sus seguidores le van a obedecer– en la oposición no existe una voz que marque el rumbo. Álvaro Uribe es quien tiene mayor capacidad de movilización. Después de superar el juicio en su contra, que demandó buena parte de sus energías y su tiempo, ahora luce más activo en la política. Su mayor motivación es combatir el riesgo del “nuevo comunismo”, como llama las ideas de Petro. Los expresidentes, precandidatos y jefes de los partidos políticos tendrán que superar muy pronto los asuntos de la “mecánica electoral” para que se ocupen cuanto antes de los asuntos de fondo, que son los más importantes y que tienen que ver con programas y propuestas para enfrentar y derrotar al petrismo.
¡Señores opositores a Petro: o se unen o se hunden…!
Quienes pretenden derrotar a Petro en el 2026 tienen una sola opción: o se unen o se hunden. Punto. No hay más. Ningún presidente en la historia reciente del país había sido objeto de tantas humillaciones y tantas sanciones –desde la pérdida de su visa estadounidense hasta su inclusión en la Lista Clinton, pero tampoco ningún gobernante había significado un mayor reto electoral para quienes pretenden derrotarlo. El fracaso estruendoso de Petro como presidente no garantiza su derrota en el 2026. Petro en plan de víctima es prácticamente inderrotable. Y una “gavilla” en su contra, entre Trump y sus opositores, podría tener resultados impredecibles. Cuando el procurador Alejandro Ordóñez lo victimizó con la sanción de su destitución –en sus tiempos de alcalde de Bogotá– le pagó tiquete en primera clase directo a la Casa de Nariño. Petro –al victimizarse– hábilmente logra sepultar toda su ineptitud como gobernante. Todo su estruendoso fracaso pasa al olvido. Esa es su estrategia y hasta ahora le ha funcionado. Por ello es que el Todos Contra Petro (Toconpe) no es garantía de triunfo. Todo lo contrario: podría garantizar su permanencia en el poder.
El petrismo, una poderosa maquinaria muy bien aceitada
Los resultados de la consulta del 26 de octubre muestran no solo la disciplina de las bases del petrismo, sino la capacidad de movilización electoral con la que cuenta el Gobierno. En más de tres años de mandato, Petro logró aceitar una maquinaria que le responde con votos cuando la convoca, como pasó con la consulta del Pacto Histórico. De esa maquinaria muy bien aceitada hacen parte no solo los electores fieles que acompañan a Petro desde hace décadas, sino los nuevos votantes que llegaron a engrosar la burocracia del Estado mediante contratos temporales de prestación de servicios, los cuales superan los 700.000. Esos “votos amarrados” respaldarán al petrismo en las urnas, ante la posibilidad de quedarse sin camello por cuenta de una derrota. A ello hay que sumarle un buen número de contratistas que encontraron en el “gobierno del cambio” una fuente multimillonaria de ingresos. Ese gesto del gobierno –de darles buenos contratos– será correspondido en tiempos electorales.


