Nada de lo que sucede entre Estados Unidos y Colombia, en manos de Donald Trump y Gustavo Petro, causa sorpresa. Se veía venir. Hasta podríamos decir que se había demorado el encontronazo. Pasó lo que tenía que pasar. ¿Por qué pasó y cuáles serían las consecuencias de este enfrentamiento?
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Aunque Petro sostiene que todo comenzó con su discurso desafiante en la sede de la ONU, en el que cuestionó duramente al gobierno de Trump y respaldó a Palestina, lo cierto es que la historia del desencuentro viene de tiempo atrás y tiene que ver con la lucha contra la drogas, concretamente contra los carteles narcotraficantes, a los que Estados Unidos llama “narcoterroristas”.
Esa es la principal razón para que Estados Unidos haya descertificado a Colombia y tenga entre ojos a Petro. Para Trump, el Gobierno de Colombia –en cabeza de Petro– ha hecho poco o nada para acabar con el narcotráfico. De hecho, las cifras que justifican su decisión de descertificar a Colombia son demoledoras: en estos momentos hay más de 250.000 hectáreas sembradas de coca, cifra nunca antes alcanzada por el país. Y Colombia –como si lo anterior no fuera suficiente– es hoy por hoy el mayor productor de cocaína del mundo.
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Petro sostiene –por su parte– que el problema del narcotráfico no tiene nada que ver con cultivos de coca y producción de cocaína, sino con el consumo desaforado de drogas por parte de los estadounidenses. Petro considera que lo que fracasó fue la política antidrogas mundial impuesta por Estados Unidos.
Pero lo cierto es que quien descertifica es Estados Unidos y no Colombia. Mientras esa política antidrogas no cambie a nivel mundial, será Estados Unidos quien imponga las condiciones, gústele o no a Petro. La decisión de Trump hizo que Petro tratara de sacarle provecho, tanto en su discurso ante la ONU como en su desafiante, incendiaria y temeraria intervención en las calles de Nueva York, lo que ocasionó la cancelación de su visa, algo que solo había ocurrido en tiempos de Ernesto Samper, por cuenta del proceso 8.000.
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Ser un país descertificado en la lucha contra el narcotráfico y tener un presidente sin visa estadounidense no es un asunto menor. Todo lo contrario: es muy grave, tanto para el país como para el presidente Petro, quien –obviamente– trató de caricaturizar la medida en su contra.
¿Qué llevó a Estados Unidos a descertificar a Colombia y a cancelarle la visa al presidente Petro? ¿Cuáles serán las consecuencias de estas decisiones?
Aunque lo niegue, Petro sí pidió a soldados de Estados Unidos insubordinarse contra Trump
Gustavo Petro sabía muy bien que encaramarse en una tarima en una calle de Nueva York, megáfono en mano, jugando a ser “líder mundial”, para iniciar una retahíla contra Trump y Estados Unidos, tendría graves consecuencias. Y las tuvo. Incitar a las tropas estadounidenses a insubordinarse contra su comandante supremo es no solo incendiario y temerario, sino un grave delito. Punto.
No es cierto, como dice Petro para justificar su estolidez, que de lo que se trataba era de hacer un llamado para que no atentaran contra la humanidad en Gaza. Falso de toda falsedad.
Petro llamó a los soldados de Estados Unidos –desde los Estados Unidos– a desobedecer a su jefe. Petro no puede exigir a Estados Unidos que no se entrometa en asuntos de Colombia cuando él se entromete –¡y de qué forma!– en asuntos de Estados Unidos. Después de vociferar contra Trump, que perdiera su visa era lo mínimo que le podía suceder. Su discurso posterior –en el que asumió la posición de víctima– solo generó “solidaridad” en sus ministros y en sectores recalcitrantes del petrismo.
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El resto del país –por fortuna– sabe lo que significa para nuestra economía no tener una relación política y comercial amistosa y cordial con nuestro principal aliado por décadas. La postura de Petro tendrá consecuencias funestas para nuestra economía.
Las “chucherías” que Colombia vende a Estados Unidos ascienden a 14.335 millones de dólares
Contra toda evidencia, Petro pretende soslayar la importancia de Estados Unidos para nuestra economía. Desconoce –y desprecia de mala fe– lo que significa para el país tener excelentes relaciones comerciales con su principal aliado estratégico.
La firma de un acuerdo comercial con ese país –el TLC– significó para Colombia muchos años de esfuerzo y dedicación. Contar con el principal mercado del mundo es un privilegio y una ventaja competitiva que muchos países quisieran.
En el caso de Barranquilla significa tener las puertas abiertas para nuestros productos en cuestión de pocas horas. Pero Petro considera que nos iría mejor con Perú, Ecuador y Venezuela, como ocurría décadas atrás.
El año pasado las exportaciones de bienes de Colombia a Estados Unidos movieron 14.335 millones de dólares. El 27,7 % del total de nuestras exportaciones se realizó hacia Estados Unidos. Pese a la contundencia de estas cifras y lo que ello significa en materia de generación de empleos y de estabilidad empresarial, Petro prefirió burlarse de lo que sucede.
“Los empresarios están más interesados en exportar chucherías a los Estados Unidos, que en preservar la vida”, afirmó en el consejo de ministros en el que habló de la pérdida de su visa estadounidense.
Petro y Samper, en la deshonrosa galería de presidentes sin visa de Estados Unidos
Hasta la fecha el único presidente que ocupaba un deshonroso lugar en la galería de mandatarios sin visa de Estados Unidos era Ernesto Samper. En efecto, en julio de 1996 –y por cuenta del ingreso de dineros del narcotraficante Cartel de Cali a su campaña presidencial– Estados Unidos le canceló la visa al mandatario colombiano. Ahora llegó Petro a hacerle compañía.
Contrario a lo que piensa la inmensa mayoría de los colombianos, ambos se muestran orgullosos de no poder ingresar a Estados Unidos –salvo con permisos especiales para asistir a sesiones de la ONU– y muestran como “trofeo de guerra” el carecer de visa. “No me interesa tener visa: ya conocí al Pato Donald”, dijo Petro con sorna.
“No necesito visa para ir a Chaparral”, decía Samper en su momento. Los ministros de Petro –a diferencia de los de Samper– fueron solidarios con su jefe y la mayoría renunciaron a sus visas, incluyendo –¡quién lo creyera!– la canciller Rosa Villavicencio, quien por cuenta de su solidaridad no pudo asistir a la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, donde Estados Unidos cuestionó de nuevo la “retórica incendiaria” de Petro y puso en duda la renovación del mandato de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas sobre el acuerdo de paz con las antiguas Farc.
Lo que hay que ver: Petro al lado de los cabecillas del Cartel de los Soles: Maduro, Cabello y Padrino López
Al ambiente tenso y enrarecido entre Estados Unidos y Colombia contribuye de forma significativa la solidaridad de Petro con el régimen chavista de Nicolás Maduro en Venezuela. Mientras Trump le declara la guerra a la organización narcoterrorista Cartel de los Soles y señala a la cúpula chavista de ser sus cabecillas, incluyendo Maduro, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López, Petro toma partido por los delincuentes venezolanos.
¿La razón? Para el mandatario colombiano “el tal Cartel de los Soles” no existe y las víctimas de los ataques de Estados Unidos en las aguas del Caribe venezolano son “jóvenes humildes” obligados a delinquir.
Pero más allá de las justificaciones de Petro, lo cierto es que aparecer al lado de quienes son señalados de “narcoterroristas”, cuyas cabezas tienen precios multimillonarios por parte de Estados Unidos, no puede ser motivo de orgullo.
Y no solo eso: Petro ordenó a su ministro de Defensa, general (r) Pedro Sánchez, trabajar de la mano –“sin miedo”– con las fuerzas militares de Venezuela. ¡Qué tal nuestras Fuerzas Militares siendo cómplices del Cartel de los Soles!
Es apenas obvio que esta actitud desafiante de Petro será analizada y sopesada por Estados Unidos. Y el país –no solo Petro, quien saldrá de la Casa de Nariño el próximo 7 de agosto– tendrá que asumir las consecuencias de comportamiento irresponsable y temerario.