Como si fuera una película de terror fueron los momentos que vivieron médicos de la ciudad de Volgogrado, Rusia, cuando recibieron a una niña de siete años que había ingerido 134 bolas magnéticas.
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Los galenos hicieron un complejo procedimiento quirúrgico que le salvó la vida a la pequeña. El caso fue confirmado por el Ministerio de Sanidad ruso, que detalló que la menor llegó al hospital con fuertes dolores abdominales tras varios días de malestar.
Según el reporte, la familia había intentado controlar los síntomas en casa durante casi una semana, al pensar que se trataba de una simple infección. Sin embargo, al ver que la fiebre y los dolores persistían, decidieron acudir a urgencias.

Allí, una radiografía reveló que los imanes se habían alojado en los intestinos, generando una obstrucción con riesgo vital.
Ante la gravedad del cuadro, los especialistas realizaron una cirugía laparoscópica de urgencia para retirar los objetos. La intervención se completó con éxito y la menor se encuentra estable, fuera de peligro.
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Pero, al parecer, estos casos son más comunes de lo que se cree porque en China, en 2022, un niño de 11 años acudió al hospital con dolor al orinar; los médicos descubrieron mediante una radiografía que tenía una aguja de ocho centímetros en la uretra, colocada por él mismo “por curiosidad”.
Mientras que, en 2021, otro adolescente chino de 15 años fue atendido tras introducirse un cable USB en el pene con el fin de “medirlo” durante un juego de experimentación sexual. El procedimiento para extraer el objeto resultó complicado debido al sangrado y las lesiones internas.