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El pasado 30 de mayo, en un vuelo internacional con destino a México una pasajera sufrió un derrame cerebral en pleno aire, obligando a la aeronave a realizar un aterrizaje de emergencia en Houston.

Marcela Hernández Quezada, una mujer de 35 años, experimentó los primeros síntomas de la emergencia médica cuando comenzó a perder la movilidad estando en su asiento. La situación se agravó rápidamente: dejó de reconocer a sus acompañantes de viaje y perdió la capacidad de comunicarse verbalmente, generando alarma entre los demás pasajeros.

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El momento crítico llegó cuando Hernández Quezada se desplomó durante el vuelo de 14 horas de duración. Un médico presente en la aeronave proporcionó los primeros auxilios, administrándole oxígeno mientras solicitaba a la tripulación que realizara un aterrizaje de emergencia para trasladar a la paciente a un centro médico especializado.

En el Hospital Memorial Hermann de Houston, los especialistas confirmaron el diagnóstico: la pierna derecha de la paciente estaba completamente paralizada, su brazo derecho parcialmente afectado, y presentaba dificultades para comprender las instrucciones médicas. Los doctores determinaron que el origen del derrame cerebral estaba directamente relacionado con la inmovilidad prolongada durante el vuelo.

“Me di cuenta de que el problema era que no me movía en el avión. No iba al baño. No me ponía de pie”, explicó la paciente en un video grabado durante su recuperación hospitalaria. “Estaba en shock porque sabía que estaba sana y que no fumaba”, agregó, expresando su sorpresa ante lo ocurrido.

Los médicos explicaron que la combinación de factores fue determinante: la falta de movimiento durante horas provocó que la sangre se espesara en las extremidades inferiores, mientras que la deshidratación contribuyó a la formación de un coágulo sanguíneo. Este coágulo viajó desde la pierna hasta el cerebro, interrumpiendo el flujo sanguíneo y causando el accidente cerebrovascular.

Expertos aseguran que permanecer sentado por más de cuatro horas provoca que la sangre se estanque en las piernas, especialmente en los asientos estrechos de los aviones comerciales. Esta condición, conocida como síndrome de la clase económica, se ha vuelto más frecuente en personas jóvenes y saludables que realizan viajes largos.

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Los especialistas recomiendan a los viajeros que realicen vuelos largos levantarse cada cierto tiempo de sus asientos, mantener una hidratación adecuada con agua (evitando bebidas gaseosas o alcohólicas), y realizar ejercicios de movilidad para las piernas. Estas medidas preventivas pueden resultar vitales para evitar complicaciones similares durante los viajes aéreos prolongados.