Compartir:

Una religiosa brasileña de 41 años interpuso una apelación ante el Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica del Vaticano, luego de haber sido destituida de su cargo como abadesa del monasterio cisterciense de San Giacomo di Veglia, en la región italiana del Véneto.

La decisión, que coincidió con la muerte del papa Francisco I, ha suscitado cuestionamientos tanto por el proceso como por los motivos que habrían influido en la remoción.

La protagonista del caso es Aline Pereira Ghammachi, nacida en Amapá, Brasil, y licenciada en Administración de Empresas. Ingresó a la vida religiosa en Europa y fue nombrada abadesa en 2018, con 33 años, convirtiéndose entonces en la más joven en asumir ese rol en el país.

Durante su mandato, implementó proyectos de servicio comunitario que incluyeron apoyo a mujeres víctimas de violencia, huertos terapéuticos para personas con autismo y programas de autosostenibilidad dentro del convento.

La gestión de Pereira fue interrumpida dos años después del envío al Vaticano de una carta anónima con acusaciones sobre presunta manipulación a otras monjas y ocultamiento de información financiera. Una auditoría realizada tras la denuncia no identificó irregularidades, pero en 2024 el caso fue reabierto.

Según la versión de la exabadesa, su retiro se ejecutó sin notificación oficial ni espacio para presentar descargos. Una nueva superiora, de 81 años, fue designada en su reemplazo, supuestamente bajo instrucciones póstumas del papa. La salida de Pereira fue seguida por la renuncia voluntaria de once religiosas más, quienes abandonaron el convento alegando un entorno de presión e intimidación.

Pereira ha manifestado que durante su permanencia en la comunidad recibió comentarios sobre su apariencia física y nacionalidad que considera discriminatorios.

“Me dijeron que era demasiado bonita para ser monja”, declaró en entrevistas recientes. En su criterio, esos juicios habrían sido usados para debilitar su liderazgo y alimentar dudas sobre su idoneidad.

Actualmente, ella y el grupo de religiosas que la acompañó continúan su vida de oración en una villa cedida por un particular. Aunque deben renunciar formalmente a sus votos religiosos, aseguran mantener su compromiso espiritual.

“No pido privilegios, solo justicia. Quiero que se aplique la ley”, dijo Pereira al confirmar la apelación ante la máxima instancia judicial del Vaticano.

El caso ha sido objeto de cobertura por medios europeos como ‘RAI’ y ‘Corriere del Veneto’, y se ha especulado con la posibilidad de una futura adaptación cinematográfica. Mientras tanto, el proceso canónico sigue su curso.