Desde hace 24 años, Sara Luz Escorcia Jinete ha destinado un importante espacio de su hogar para cuidar, alimentar y enseñar a niños y niñas del barrio Villa María, en el municipio de Soledad, Atlántico. El acompañamiento que brinda a los menores en su labor como madre comunitaria resulta determinante en el desarrollo y bienestar de los pequeños más desfavorecidos.
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Además de significar un apoyo invaluable para las familias en situación de vulnerabilidad económica y social, el hogar comunitario de 'la seño Sara', como es conocida en el barrio, también ofrece a los niños calidez, compañía, comprensión, amparo y cariño.
Esta soledeña, de 59 años, descubrió su vocación hace más de dos décadas y no conoce otra motivación más gratificante que la de recibir el agradecimiento tácito de los infantes a diario. Con obtener una sonrisa, un abrazo o beso en la mejilla por parte de ellos da por cumplida su misión, que se renueva con igual voluntad cada mañana.
Son 13 niños y niñas, entre los 2 y 5 años, que están bajo su cuidado de lunes a viernes, les da la bienvenida a las 8:00 a.m. y su casa pasa a ser la de ellos también hasta las 4:00 p.m.
'Lo primero que hacen los niños cuando llegan es lavar sus manos en la entrada de la casa y cuando ya están todos hacemos la bienvenida, que es una actividad en la que ellos expresan los sentimientos que traen desde sus casas. A veces vienen llorando o contentos y manifiestan las razones de sus emociones. Luego desayunan', contó Sara Escorcia a EL HERALDO.
La rutina siempre resulta productiva. Los menores cantan, bailan y exploran su creatividad con cada actividad. Se divierten mientras aprenden y Sara se deleita con cada logro que alcanzan.
'En la mañana hacemos actividad física, con bailes o ejercicios; también actividades pedagógicas en las que aprenden los colores, figuras geométricas, normas y valores. Después les leo un cuento', agregó Escorcia.
También les inculca hábitos como orar antes del almuerzo y después de este tomar la siesta.
'Hacemos oración, se lavan las manos, almuerzan, les cepillamos los dientes, los bañamos y luego se les canta hasta que se duermen. Cuando despiertan se les da la merienda de la tarde y esperamos a que sus acudientes regresen por ellos', relató la madre comunitaria a este medio.
'Me motivan mis niños'
Aunque tiene dos hijos y siete nietos, son cientos de nombres y rostros los que Sara guarda en su corazón de madre. A todos, los hijos ajenos y los propios, los ha visto crecer bajo el mismo techo, les ha dado los mismos consejos y le preocupan por igual.
A pesar de que existan días de mucho cansancio, sus ‘baterías’ se recargan con el sonido característico de los pequeños irrumpiendo en su hogar.
'Me motivan mis niños, su emoción al verme cuando llegan es todo para mí, es como si fuera el sueldo, ya yo gané bastante con eso', añadió la mujer.
Con una sonrisa en su rostro también confesó que ella necesita tanto de su cariño como ellos el de ella.
'Me dan besos, me dan abrazos. Ellos son muy cariñosos. Yo no sé si soy yo la que está falta de cariño o son ellos porque nos pechichamos bastante mutuamente', dijo en medio de risas.
Esos estímulos son los que la hacen no desfallecer en los momentos más complicados.
'Lo más difícil de desempeñar mi labor es que a veces no hay suficientes recursos y toca trabajar con las uñas. A veces digo que voy a renunciar porque estoy cansada pero qué va, al día siguiente ya amanezco con nuevas ideas de actividades para realizar con los niños y los padres', sostuvo.
Y así ha vivido los últimos 24 años de su vida, sacando adelante a sus ‘pela’os’ con sacrificio, disciplina y carácter.
'Por ahora no tengo planes de retirarme, serviré a mis niños hasta que Dios lo permita', afirmó con convencimiento.
Los padres de familia le expresan a diario agradecimiento por tan valiosa labor con sus hijos. Sin embargo, es Sara la que se siente más afortunada.
'Padres y madres me dicen ‘gracias seño’ todos los días. A final de año les hacemos algo parecido a un grado a los niños mayores que se van y ese día los padres nos agradecen mucho y nosotras nos sentimos muy halagadas. Eso motiva mucho para seguir', indicó.
'Yo me siento muy agradecida también con los padres por la confianza de poner en mis manos a los más pequeños de sus familias. Yo sé que dejar a los niños al cuidado de otra persona da miedo, pero ellos confían en mí y eso me alegra mucho', concluyó sonriente.


















