En una humilde casa de Baranoa reside una mujer que, junto a su familia, ha pasado por difíciles circunstancias en las que más de uno tiraría la toalla a la primera prueba.
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Se trata de Martha Herrera, una mujer de 52 años que desde hacía un año y medio fue diagnosticada por los doctores de un cáncer maligno.

Sumado a esto, su hijo José Antonio Pérez Herrera, de 20 años, resultó herido a bala el pasado 4 de junio del vigente año, luego de haber sido atacado a quemarropa por un sujeto que fingió ser un cliente cuando se encontraba laborando en el restaurante ‘Cerdo Sabrozón’, ubicado en el barrio 20 de Julio, a la altura del corredor de restaurantes de chicharrones en Baranoa.

Aquel violento episodio, que dejó a una víctima fatal y se relacionó con violencia extorsiva, dejaría a José Andrés postrado sobre una cama, esto luego de que una de las balas ingresara por su mejilla hasta terminar alojándose en su médula ósea.
Después de haber escuchado ambas historias, Herrera no solo nos abrió las puertas de su casa, sino también la de su corazón, permitiendo conocer la vida de una madre que decidió romper el silencio, luchar contra su enfermedad y aferrarse a su hijo brindándole todo su apoyo.
Un grave error médico
La pesadilla de Herrera empezó el 21 de abril de 2024, cuando fue al hospital por una obstrucción intestinal, pero terminó siendo diagnosticada por los médicos por unos quistes en los ovarios.
“Yo acudí a la Clínica Reina Catalina donde casualmente me hice amiga de una mujer que también la iban a operar del mismo diagnóstico…tanta fue la similitud que nos internaron en la misma habitación”, manifestó.

Sin embargo, Herrera nunca se imaginó que los especialistas confundirían su dictamen con el de la otra paciente, diciéndole a ella que su operación había salido bien, mientras que a la otra mujer debía ser remitida a una clínica más especializada por el estado de sus órganos.
“Tras el procedimiento, a mí me dijeron que todo había salido bien, pero a mi amiga le comentaron literalmente: ‘Todo te salió mal, debemos trasladarte a otra clínica porque tus órganos están en riesgo’…Lo más raro fue que yo salí de la operación aún con el dolor y mi amiga estaba bien, pese a lo que le dijeron… El 28 de mayo yo acudí para que me cortaran los puntos y del dolor que tenía fui al baño, una vez ahí yo sentí como si hubiera dado a luz, resultó que se me había explotado el intestino”, narró.
A partir de ese momento, doña Martha se desvaneció y, al despertar, pensó que había pasado un día, pero su madre le reveló que había estado en coma durante un mes.
“Desperté mirando la cara de mi madre y me dijo que había sobrevivido de milagro...Luego de que se me reventó el intestino, me tuvieron que trasladar de urgencia a otra clínica, donde sufrí dos infartos y me hicieron una colostomía… Antes de eso, durante una madrugada, una enfermera de la Reina Catalina que pasaba ‘revista’ me llamó por el nombre de la otra paciente y yo le dije que me llamaba Martha, fue ahí cuando me di cuenta que la que estaba verdaderamente mal era yo, porque nos habían confundido los diagnósticos”, reveló Herrera.
La eutanasia
Herrera expresó que, en ese momento, sintió como su vida se desvanecía lentamente ante sus ojos tras recibir un último dictamen que terminó por golpearla contundentemente.

“Desde entonces, estoy en tratamiento oncológico por cáncer maligno en zona no especificada… Intenté hablar con el médico que me dio el diagnóstico erróneo, pero nunca quiso atenderme, ningún funcionario reconoció el error”, manifestó.
Aquella cadena de sucesos empezó a debilitarla, llevándola hasta tal punto de solicitar la eutanasia.
“Después de tanto sufrimiento físico y emocional, llegué a solicitar la eutanasia en abril de 2025, antes de que ocurriera lo de mi hijo…Le pedí a Dios que me llevara porque ya no aguantaba más el dolor ni las quimios”, contó entre lágrimas.
“Quiero vivir para verlo bien”
Sin embargo, la mujer cambió de opinión cuando su hijo, una de las personas que más ama en este mundo, fue atacado por aquel sujeto que lo postró en la cama.
“Cuando pasó lo de José Antonio, cambié de idea…Le pedí perdón a Dios y le pedí que me diera vida para poder cuidarlo…Ahora mi motivación para seguir viva es estar pendiente de él”, explicó Herrera.

Según la progenitora, la EPS a la que está afiliada el joven no le está suministrando de forma correcta los medicamentos que necesita para evolucionar en su tratamiento.
“Los médicos formularon todo lo que él necesitaba y advirtieron que requería cuidados especializados, pero Salud Total no ha cumplido con la entrega completa…“Yo lo que quiero es que mi hijo tenga su tratamiento completo para que vuelva a caminar”.
José Antonio estudiaba enfermería en una corporación de Barranquilla, pero una vez que su novia dio a luz en diciembre del año pasado empezó a trabajar en lo que saliera: primero manejando taxi, y luego en el restaurante de chicharrones, mismo trabajo donde ocurrió el hecho violento que lo dejó en su estado actual.
“Le pido a las autoridades y a Salud Total que nos escuchen, que se compadezcan de esta situación, porque yo estoy enferma y mi hijo depende totalmente de mí…“Yo lo que quiero es que mi hijo tenga su tratamiento completo…Él necesita curarse, y yo quiero vivir para verlo bien”, finalizó.














