El Heraldo
Doris Fandiño de González, propietaria del restaurante La Casa de Doris, recibió la orden de Barlovento en el Grado de Gran Caballero de la Asamblea del Atlántico de manos del diputado Estefano González.
Informes Comerciales

Orden de Barlovento para Doris Fandiño de González

La distinción de la Asamblea del Atlántico le fue entregada a la propietaria y fundadora del restaurante La Casa de Doris, por su aporte a la gastronomía.

Desde hace 37 años,  en el corazón del barrio Boston funciona el restaurante La Casa de Doris, que hoy día es uno de los sitios gastronómicos más visitados por barranquilleros y turistas.

El restaurante la casa de Doris nació de la idea de Doris Cecilia Fandiño de González para ayudar al soporte familiar, caracterizándose desde un principio por mantener el sabor casero y llevándolo a otro nivel, haciendo que a lo largo de estos años, la experiencia gastronómica vaya unida a las vivencias personales y familiares.

Recientemente, Doris recibió la máxima condecoración de la Asamblea del Atántico, la Orden de Barlovento en grado de Gran Caballero por su servicio a la comunidad, por su aporte a la gastronomía, y por su sentido empresarial.

El menú  que ofrece La Casa de Doris está basado  en la comida cotidiana de las casas costeñas, enriqueciendo la oferta con aportes traídos de otras regiones del país.

El restaurante ofrece un ambiente acogedor y familiar, en un espacio ambientado como las típicas casas del barrio abajo, en donde el color y la alegría del carnaval de Barranquilla convidan a propios y extraños  a sentirse en casa,  a comer y repetir.

Allí puede encontrar desde una deliciosa carne en posta, hasta un pollo con champiñones, acompañado siempre por la ensalada de aguacate y un plato caliente de mazamorra de maíz verde, un guarapo y de una bolita de coco como postre.

Hay tres cosas que caracterizan al restaurante La Casa de Doris, el precio, la cantidad y la calidad, además de la atención personalizada de su propietaria y fundadora.

Todos los días llega un cliente nuevo y Doris lo atiende como si fuera un familiar, un sobrino, un hermano , etc.  La experiencia es como un macondo gastronómico.

 

 

 

Doris Fandiño de González con sus hijos Orlando y Antonio González.

SUS INICIOS

Antes de abrir el restaurante, Doris incursionó en otros negocios. Primero maduró guineo en el garaje de su casa, luego vendió prendas de oro, más adelante tuvo pensionados, después le propusieron que le facilitara la merienda a dos colegios del barrio Boston, y comenzó a hacer helados, fritos, bolis y allí se dio cuenta que a través del a comida podría empezar a realizar un negocio que además le gustaba. Fue así como en el año 1985 colocó un aviso en la terraza de su casa que decía: se venden almuerzos.

Ese primer día, un martes del mes de mayo,  vendió todos los almuerzos que había preparado. Desde ese día el restaurante no ha dejado de abrir sus puertas y atender a sus comensales, que inicialmente fueron los mecánicos del barrio Boston y luego los residentes de Boston y  Recreo, y con el voz a voz se fue corriendo la bola por toda la ciudad y la clientela empezó a crecer. Tuvo la necesidad de contratar domiciliarios y que la casa empezara a ceder sus espacios al negocio. El comedor de la familia era el comedor del restaurante también, y así comenzó a tomar todos los rincones hasta que la casa quedó como la sede del  restaurante.

Doris Fandiño de González con sus nietos Orlando Jr. y Antonio Jr. González.

SAZÓN FAMILIAR

Doris tuvo la oportunidad de participar en Sabor Barranquilla y mucha gente que se había olvidado del restaurante ha regresado,  y sigue encontrando el mismo sabor característico de la comida casera. Esa sazón ha recibido el aporte de su madre Elvira, de sus hermanas y de una chocoana y de u na cartagenera que trabajaban con ella.

Sus dos hijos, Orlando Ángel y Antonio Rafael aunque se dedican a otras actividades siempre están atentos a los requerimientos de Doris en el restaurante. Y hasta uno de ellos, el ingeniero Antonio, ahora es su socio en el negocio.

Cada vez que hay bastante trabajo en La Casa de Doris toda la familia se pone la camiseta.

Para sus hijos Orlando y Antonio esta condecoración es el reconocimiento de una comunidad a una vida  dedicada al trabajo y para Doris la hizo ser consciente de haber tocado a tantas personas y haber ayudado a tantas familias a salir adelante.

“Pido a Dios me siga dando salud para seguir adelante”, expresó Doris, quien a sus 72 años sigue al frente de su negocio que beneficia a 33 familias de  manera directa y 20 de manera indirecta.

Durante la pandemia el restaurante cerró por tres meses y una de las cosas que más le preocupaba a Doris era la situación de sus empleados. Gracias a Dios pudo volver a abrir y ahora con un nuevo aire.

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