En medio de un Junior marcado por la irregularidad en su juego, Luis Amaranto Perea juega al ‘ajedrez’ en la búsqueda de un mejor funcionamiento, mayor dinámica y solidez que redunde en resultados más estables.
Barranquilla es una plaza especial. Acá no solo vale sumar puntos. En Junior el cómo es tan importante como el resultado. Así lo evidenció, por poner un ejemplo, Luis Fernando Suárez, cuando su equipo, invicto —17 fechas sin perder— y clasificado a las finales de la Liga —lo dejó cuarto en la tabla de posiciones, a una fecha del final de la fase ‘Todos contra todos’—, recibía críticas de todos los costados, porque simplemente el fútbol que practicaban no convencía y sufría de ‘empatitis’ (12 igualdades).
Y así también lo está viviendo Luis Amaranto Perea, luego de un buen inicio ‘matemático’, pero no seductor, porque su equipo, si bien suma puntos, no termina de enamorar al hincha rojiblanco, exigente por naturaleza.
Cuando los buenos resultados dejaron de aparecer, llegó la crítica justificada, porque ya no solo se jugaba mal, sino que también empezó una caída libre en la tabla que por poco saca al ‘Tiburón’ del ‘grupo de los ocho’.
Es por eso que Amaranto, con el agua hasta el cuello, decidió reaccionar (por fin), en búsqueda de eso que tanto anhela el hincha rojiblanco, que Junior, con una de las nóminas más costosas del país (o la más costosa), juegue a la altura de esa responsabilidad.
Ante Millonarios cambió de módulo. Pasó del 4-2-3-1 habitual —con dos jugadores cabeza de área, dos extremos y un creativo— al 4-3-3, dándole un poco más de equilibrio a su equipo en el centro del campo con jugadores, en el papel, de buen pie, pero que también ayudan en labores defensivas cuando el equipo lo requiere, como Fabián Ángel, Larry Vásquez y Juan David Rodríguez.
Y el experimento, por lo menos en ese partido, funcionó. Junior venció 2-0 a un rival fuerte como Millonarios, en el ‘Metro’, y mostró destellos de mejoría en su juego, sin llegar aún a convencer del todo.
Ahora, este sábado frente a Patriotas, en la altura de Tunja, el técnico rojiblanco tiene la posibilidad de afianzar ese nuevo sistema o probar otros, dependiente ahora del rival que tendrá al frente y de la plaza. Con la nómina que tiene Junior, Amaranto tiene la ventaja de poder jugar al ‘ajedrez’, aferrado siempre a una idea de juego, ser protagonistas con el balón.