Antes del partido, a José Pékerman, varios le cuestionamos su convocatoria. “No debió llamar a Macnelly”; “para qué lleva a Valdés”; “Amaranto ya no puede levantar los pies”; “Aguilar nunca juega bien en la Selección”; “debió llamar a Giovanni Hernández”.
El jueves, cuando se conoció la posible formación inicialista contra Uruguay, también hubo voces inconformes, a las que les parecía que el técnico argentino había armado un equipo con poca marca en la mitad.
En efecto, Pékerman sorprendió colocando a Valdés (algunos preferían a Zapata), a Valencia (otros se inclinaban por Sánchez) y, sí se quiere, a Macnelly, aunque el barranquillero, junto a Ospina, fueron los únicos que confirmó como titulares.
La apuesta de Pékerman salió a pedir de boca. Puso jugadores con buen pie y Colombia volvió a ser un equipo con un fútbol fluido y contundente, totalmente opuesto a aquel que jugó contra Perú y Ecuador, que no daba tres pases seguidos.
La defensa tuvo un comportamiento impecable, tanto que hay quienes piensan que los cuatro deberían repetir en Santiago ante Chile. En el medio, Valencia y Aguilar tuvieron un rendimiento sobresaliente. El primero de ellos demostró que con él se había cometido una tremenda injusticia al no ser llamado antes cuando venía siendo figura con el Fluminense.
Macnelly dio lo que de él se espera siempre: pases milimétricos. El barranquillero fue un surtidor permanente para los dos hombres de arriba. James fue brillante en el segundo tiempo, con dos pases gol, y Teo y Falcao enloquecieron a la desgastada defensa uruguaya y pusieron el toque de contundencia.
Colombia ganó bien y Pékerman también eligió bien. Lo mejor del triunfo es el intento del técnico argentino por lograr que nuestra Selección regrese a sus raíces.
Por Manuel Prtega P.
Editor Deportes