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El corazón le late más rápido dentro de una cancha de sóftbol. Sus 82 años y una operación de corazón abierto no han sido impedimentos para seguir pisando la tabla de lanzadores y enfrentarse a peloteros 20 años menor que él.

Armando José Figueroa Moreno aún dice tener fuerzas para asistir todos los sábados a la cancha de sótfbol del barrio Hipódromo de Soledad y lucirse con esos lanzamientos lentos, pero que a más de uno lo ponen a 'gatear'.

Es el más veterano del torneo. Sus compañeros del equipo Club Deportivo Adulto Mayor lo aprecian, algunos hasta lo tienen como el arma secreta cuando se van a enfrentar a ciertos equipos.

Armando José también está lúcido y su memoria parece impecable. Recuerda fechas y momentos importantes de su vida y de la sociedad. Aún no está dispuesto a soltar la manilla y quitarse el bombacho. 'Todavía tengo fuerzas para lanzar. Ya sé que soy un anciano, pero Dios me rejuvenece como el Águila', dice sin que la voz le tiemble.

Desde joven le gustó el deporte, comenzó practicando atletismo, pero luego el sóftbol lo atrapó. No se dejó ponchar de esa operación de corazón abierto. Se recuperó y antes del año ya estaba volviendo a lanzar. 'Ya cumplí 22 años de esa operación. Ya no me dicen Armando Figueroa. ‘Ahí viene Corazón abierto’, ‘está lanzado ‘Corazón abierto’, es lo que dicen aquí en el campo mis compañeros. Aún me doy el lujo de ponchar a tipos que son jonroneros y que pueden ser hijos míos. Estoy feliz con la vida que tengo', agregó el señor que también trabaja como técnico en máquinas industriales de zapatería.

No le teme a un golpe con la bola, pero reconoce que ya no tiene la misma reacción de hace algunos años, por eso toma algunas precauciones a la hora de lanzar. 'A mí no me da miedo porque siempre estoy en oración con Jesús, que me cuida y protege. Ya los reflejos no son iguales, yo me cuido. A veces me ponen una mascarilla para lanzar, también busco la manera de no tirar por el centro para que la bola no me haga daño a mí', apunta.