Invitada por la Maestría en Salud Pública, la doctora María Cecilia González Robledo estuvo en Barranquilla dictando un curso de sistemas de información en salud y participó en un conversatorio con profesores y directivos sobre evaluación de efectividad e impacto de programas e intervenciones en salud.
Desde su formación como doctora en Salud Pública, junto con su experticia en la dirección de Equidad en Salud del Instituto Nacional de Salud Pública y la presidencia del Colegio de Sistemas, Servicios y Políticas de Salud, en México, González cree “esencial” que se discuta cómo se financiará el sistema y cómo se garantizará la solidaridad entre quienes tienen y no tienen recursos.
“Un sistema de salud debe evitar las idealizaciones y enfocarnos en una discusión realista sobre los recursos disponibles y la capacidad de pago. La salud universal es un objetivo importante, pero debe alinearse con la capacidad económica del país”, asegura.
¿Cómo percibe el sistema de salud colombiano desde una perspectiva internacional?
La situación actual del sistema de salud colombiano es preocupante. Lo que vemos es una destrucción de un sistema con una trayectoria significativa. Aunque el sistema tenía áreas de oportunidad, desde el exterior lo veíamos como uno de los más avanzados en América Latina en términos de financiamiento per cápita, superior al 6% del PIB, lo cual es bastante alto comparado con el promedio regional. Además, la cobertura de aseguramiento era notable, aunque no siempre se traducía en un acceso óptimo a los servicios de salud.
¿Tiene el sistema de salud colombiano fortalezas por destacarse?
Colombia desarrolló aspectos muy interesantes como la gestión del riesgo en salud, el cofinanciamiento mediante cuotas moderadoras y copagos, y la capacidad de manejar la demanda inducida. Estas características, aunque con sus deficiencias, ofrecían una protección financiera considerable para la población. La cobertura era extensa en comparación con otros países latinoamericanos, y esto es una fortaleza singular. Sin embargo, lo que se observa es un intento de cambiar todo el sistema, lo que puede llevar a una pérdida significativa de estos logros.
¿Es indispensable reformar el sistema de salud en Colombia?
Es comprensible, pero presenta varios desafíos. Un buen diseño es crucial, mas no suficiente por sí solo. Es necesario crear las condiciones para que el nuevo sistema funcione efectivamente. Esto incluye la necesidad de que la población comprenda y acepte el cambio, y que los prestadores de servicios se adapten a un nuevo paradigma. La falta de claridad en la operación y la falta de consenso son preocupaciones importantes que deben abordarse para evitar un impacto negativo en la población.
¿Qué características deben tener los sistemas de salud para ser considerados inclusivos y efectivos?
Los sistemas de salud efectivos e inclusivos deben centrarse en la atención primaria de salud y garantizar un acceso efectivo. Esto significa que el sistema debe resolver los problemas de salud de las personas en el momento requerido sin llevarlas al empobrecimiento. La protección financiera es clave, y puede lograrse a través de sistemas basados en aseguramiento, como el de Costa Rica, o sistemas universales, como el de Brasil. Ambos modelos tienen sus problemas, pero también muestran que es posible ofrecer cobertura universal con diferentes enfoques.
¿Cuál es la clave para que un sistema de salud sea sostenible y equitativo?
Definir claramente qué tipo de sistema de salud se desea y cómo se financiará. Un sistema de salud debe evitar las idealizaciones y enfocarnos en una discusión realista sobre los recursos disponibles y la capacidad de pago. La salud universal es un objetivo importante, pero debe alinearse con la capacidad económica del país. Es esencial discutir abiertamente cómo se financiará el sistema, ya sea a través de impuestos o de otros mecanismos, y cómo se garantizará la solidaridad entre quienes tienen y no tienen recursos.
¿Qué recomienda para avanzar hacia una solución efectiva en el sistema de salud colombiano?
Es crucial abrir un diálogo inclusivo y sin ideologías preconcebidas, que involucre a todas las partes interesadas: académicos, gremios y la población en general. La transparencia es fundamental para identificar las necesidades reales y encontrar soluciones prácticas. También es importante abordar la corrupción de manera efectiva y reforzar los controles existentes. Un enfoque colaborativo y bien informado permitirá encontrar un equilibrio que asegure tanto la inclusión como la sostenibilidad del sistema de salud.


