¿Qué hace felices a las personas? Es evidente que formular esa pregunta en 2019 y antes era abrir un abanico de posibilidades inmenso y de diversas respuestas. Es predecible y, por demás deseable, que esa misma pregunta planteada hoy, en 2021, abra (a pesar de saber que el humano, humano es) una serie de variables diferentes que alberguen propósitos un poco más conscientes y honestos.

Un estudio de la Universidad de Harvard, quizá el más sólido y uno de los más prolongados, (1938) citado recientemente por algunos medios de comunicación del mundo en diferentes países, expone que más que fama y dinero, a los mortales, hoy, nos produce felicidad las relaciones de confianza.

¡Aliento!

La felicidad, estudiada, analizada, manoseada, frivolizada y vestida de rosa, encuentra en este estudio la posibilidad de sacudirse de las injurias y calumnias para encontrar asiento grato en teatro del merecimiento y, como si fuera poco, dejar en la mesa a consideración de zurdos y diestros valores tan importantes y trascendentes como la confianza para explorar sobre ella la ruta cierta que advierte en su significado la posibilidad de contar con alguien mientras vivimos.

Otro informe, el que realiza la ONU a través de la red de soluciones para el desarrollo sostenible y que por tercer año consecutivo ubica a Finlandia como el país más feliz, trae un dato sorpresivo e interesante; al margen de contemplar indicadores económicos y de salud, destaca 4 puntos relacionados con lo social: tener con quien contar, sentir libertad para tomar decisiones clave, generosidad y confianza.

¡Segundo aliento!

Contar con alguien es un tesoro, la calidez es fuerza, evita el descalabro que atenta contra la posibilidad de ser feliz. Se cuenta con personas, pero también tenemos derecho a contar con gobiernos que constituyan un estado de bienestar robusto.

La prestigiosa publicación The Economist comparte con sus lectores 20 puntos de un análisis de 50 expertos que exponen un 2021 con movimientos considerables e incluye entre otros las siguientes tesis: “Los humanos revaluarán todas las metas personales, incluidas las espirituales. Acumular, consumir y vivir por lo material hará parte del lado oscuro de la conversación. La gente apreciará más que nunca volver a lo natural, en todo sentido. La ropa elegante se sustituye por prendas casuales. Inicia un ciclo de valores más reales”.

¡Tercer aliento!

Evidentemente, la felicidad de hoy no es la felicidad de ayer y que bueno.

Los procesos crudos y escuetos deben llevarnos a conocernos más y eso nos aproxima a nuestro propio destino y nos permite vivir sin miedo, sin deudas con nosotros mismos, sin frustraciones, sin el llevar al hombro el lente de la comparación que nos distancia de la gratitud y nos hace infelices.

He querido compartir el resultado de estos tres estudios, investigaciones o informes que, en mi opinión, llegan al mismo punto: la importancia de modificar la observación en busca de lo que al parecer es motor de todo lo que hacemos, la felicidad.

El mérito de mantener en alto el valor de lo fundamental. Quizá lo he hecho para sentir que no han sido en vano estas columnas, que no son solo palabras, que este terco empeño de creer en un mundo nuevo es lo que nos permitirá superar el dolor y la adversidad. Tal vez lo he hecho para no sentirme solo y poder sentir así, que también cuento con alguien.