Entristece y hasta da piedra ver a la gente del gobierno achicopalados y cual culpables entregando aclaraciones y justificaciones a sucesos del normal desarrollo de su gestión que, satanizados por una oposición que critica todo, más un montón de hipócritas rasgándose las vestiduras, y con gran eco en todos los medios, pretenden presentarlos como graves equivocaciones. Es que ya es demasiado insistente la bulla contra las autoridades oficiales, y es clarísima la intención de maniatarlas para que no ejecuten a cabalidad sus obligaciones.

Por ejemplo, la erradicación manual de las miles de hectáreas sembradas de coca (labor que deberían adelantar los propios guerrillos) no rinde, y es muy peligrosa (están retacadas de minas) para nuestros soldados que paradójicamente son quienes la adelantan. Tampoco es eficiente la sustitución de esos cultivos, los campesinos se van, pero regresan a cultivar coca en otro sector; así que lo único que realmente perturba a los terroristas el ingreso de los malditos billetes que tanto daño hacen al país es la ya aprobada fumigación con glifosato. Por ello los malandros critican.

Que una joven en medio de una destructora manifestación sea afectada en un ojo por algún elemento lanzado por las fuerzas del orden que acudieron a neutralizar la acción vandálica es completamente normal. Lo anormal es que esa joven se encuentre en medio de los vándalos participando en una dañina protesta por lo que fuere. Si de veras es una inocente estudiante, no debía estar allí. Todos los lesionados en medio de desórdenes saben que al participar en actos que atentan contra la seguridad ciudadana y contra los bienes de comerciantes se exponen a la reacción de la fuerza pública. Pero claro, los malandros organizadores del desorden critican.

Las fuerzas del orden deben atacar a los terroristas. Y bombardear sus campamentos, en el entendido que en ellos solo hay terroristas. No se puede previamente llegar a hacer un censo de ocupantes y sus edades, sino una labor de inteligencia a ver si hay secuestrados o rehenes, y se procede a bombardear. Que haya jóvenes reclutados a la fuerza no es culpa del gobierno, sino de quienes, para utilizarlos como escudos humanos, los reclutaron. Es a estos a quienes corresponde criticar.

Todo es así. Los pájaros tirándoles a las escopetas, y las escopetas no disparan. Es imperativo que los medios no le hagan eco a semejantes despropósitos ni protagonicen a sus autores. Pero también que el gobierno no les pare tantas bolas, sabiendo que son críticas de malandros.

Coletilla territorial: Capítulo especial merece, y tendrá, la Ley que incluye a Puerto Colombia dentro de los objetivos de Cormagdalena. Bien por ‘Fincho’ Cepeda, su autor, y por la bancada costeña, su impulsor.

Coletilla mediática: En esta columna se clamó por quién recogiera las banderas de Herbin Hoyos. Lo hace Ana María Abello Restrepo, brillante y valiente joven periodista que aboga por el reconocimiento a las víctimas del terrorismo, y por su derecho a la justa reparación. Bien por ella.

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