La incertidumbre que acompaña a las tormentas prolongadas, como el no saber cuándo terminará o si habrá daños significativos, incrementa la ansiedad. Las interrupciones en las rutinas diarias, la imposibilidad de salir de casa y el riesgo de quedarse aislados también contribuyen a este estado de alerta constante.
A menudo, este modelo de relación es adoptado por parejas jóvenes que buscan estabilidad antes de asumir responsabilidades mayores, o por quienes no desean formar una familia con hijos, prefiriendo disfrutar de una vida centrada en el desarrollo de la pareja y sus intereses.
E medio de las ocupaciones diarias, el tiempo que pasamos con las personas cercanas puede verse comprometido. Sin embargo, compartir momentos de calidad es fundamental para mantener y profundizar el vínculo afectivo. No se trata solo de estar físicamente presente, sino de estar emocional y mentalmente disponible. Esto significa estar atentos, sin distracciones, y dedicar tiempo a actividades que fomenten la conexión emocional.