Se festeja en fecha equivocada un evento no ocurrido, lo que es común cuando de historia se trata. Los historiadores tienen tendencia hacia la carreta, cuentan las vainas según les hubiera gustado que ocurrieran y fijan las fechas a su antojo.

Quien busque acomodar hechos los escribe y divulga como si fueran historia para que con el tiempo se complique desvirtuarlos. Fíjense el viajazo que lanzó De Roux pero que, afortunadamente, no le dieron cooperativa ni tiempo, y entonces pasó de ser historia a ser un cuento más, acomodado a su interés personal.

La independencia realmente se consolidó el día que el último contingente de derrotados soldados españoles fue embarcado en Cartagena de vuelta a su país, dos años después de lo que se festeja . El apellido del tipo del florero era González Llorente, pero a los historiadores cachacos les pareció barro “el florero de González”, más puppy el Llorente su segundo apellido, y así lo aprendimos y así se quedó.

Y ni hablar de Ricaurte en San Mateo o de Girardot y otras perlas. El caso es que la independencia es sin duda anhelo de los oprimidos y, cuando se logra, festejo y desfile dependen de la pluma de los historiadores.

Petro finalmente sorprendió y arribó a San Andrés ayer en la madrugada al regresar de Bélgica, para presidir el desfile sanandresano.

También se afirma que los reservistas de las Fuerzas Armadas no desfilarán y que, así como mi general Zapateiro se negó a presentar armas a quien siempre fue su enemigo, ellos tampoco rendirán honores a Petro, y menos al ministro que siempre los ha agraviado.

Ocurra lo que ocurra, ojalá que el tema de la independencia se tome en serio y cobre fuerza, para que así la Costa Caribe pueda abiertamente plantear su independencia, pero no por etapas o parcial, sino una independencia total que, acorde con nuestro talante, asegure coherencia y progreso, y nos aparte de los desvaríos petristas de la milicianización y apoyo a los malandros que tienen destruida la convivencia.

Petro no nos quiere, así que se podría aprovechar que en Berlín declaró su nostalgia por el muro, para proponer uno que nos divida, que lo tracen por donde quieran, que se queden con petróleo, café, oro, lo que sea, y que dejen al Caribe las tierras improductivas, el desierto de La Guajira, la pobreza, que por aquí nos transamos siempre y cuando nada que ver con los sempiternos conflictos andinos, y menos con la intervención en salud, trabajo, educación y demás, que el Caribe de pura cheveridad, ya independiente, verá cómo resuelve sus problemas.

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