Kon-Tiki (2012) es la tercera producción del dúo constituido por Joachim Running y Espen Sandberg, directores noruegos que en esta ocasión recrean la expedición realizada en el año 47 por el investigador Thor Heyerdahl para sustentar su teoría según la cual la Polinesia fue habitada primeramente por los incas del Perú y no por los asiáticos, como creían los científicos de la época.

Cuando Thor encuentra oposición a su hipótesis y ante la negativa a su publicación, debe recurrir a medios más drásticos. Es así como decide realizar un viaje cruzando el Océano Pacífico desde Perú hasta la Polinesia, una distancia de 8.000 kilómetros, tal como lo habrían hecho los indígenas peruanos en la época precolombina: construyendo una balsa con materiales elementales, troncos de madera, y condiciones de navegación exentas de todo tipo de tecnología.

La rudimentaria embarcación se llamó Kon-tiki, en honor al dios del Sol inca que los polinesios supuestamente adoraban. La expedición se conformó con cinco aventureros de los cuales ninguno era experto en navegación; el mismo Thor no sabía nadar. Pero su deseo y su convicción, comparable a La búsqueda de lo absoluto, de Balzac, y el espíritu de la tripulación les concedió la fuerza necesaria para enfrentar todos los contratiempos que se podían producir en un viaje de tal magnitud.

La experiencia duró más de cien días, y la convivencia entre los cinco personajes sometidos a la estrechez de una balsa de madera no fue nada fácil. Los problemas entre ellos no tardaron en aparecer, pero a diferencia de otras películas de aventura donde se trata de subsistir a las inclemencias del tiempo, esta travesía, buscada y planeada, conlleva el objetivo de luchar por un ideal. Tener esto presente le da otra perspectiva a las escenas típicas. La balsa solitaria en altamar, la defensa ante los ataques de la fauna marina y la inclemencia del tiempo se convierten en algo que va más allá de la pura supervivencia.

La fotografía es impecable, recreando vistas panorámicas de la geografía y exponiendo la naturaleza con todo su esplendor, tanto en instancias de paz sublime como en momentos de tormenta y furia salvaje, produciendo como resultado una inmensa experiencia visual para el espectador.

El material que se filmó originalmente durante el recorrido de Thor y su tripulación en el 47 produjo un documental que mereció un Óscar de la Academia en los años 50, y a pesar de que las teorías fueron refutadas, la travesía se considera aún una de las hazañas más importantes de la humanidad. En Noruega hay un museo dedicado a Kon-tiki, y además se publicó un libro que ha sido traducido a infinidad de idiomas.

La filmación fue bastante compleja, pasando por seis países diferentes durante 56 días, alcanzando un récord de presupuesto en el cine noruego. La película resultó ser una de las nominadas como Mejor Película Extranjera en los premios Óscar y Globo de Oro en 2013, aparte de innumerables premios noruegos y europeos.