Quino, el extraordinario dibujante de Mafalda puso en boca de ella una expresión que se volvió famosa y viral cuando aún no existía la fiebre ni de la Red Internet ni de las redes sociales: “Paren el mundo que me quiero bajar”. Estábamos en una época de confusiones y desalientos. Algo parecido nos puede acontecer ahora. “Paren al Junior que me quiero bajar”, podríamos decir. La inmediatez de los triunfos sucesivos, el poco digerirlos porque viene otro torneo, el qué es más importante si la gloria o el dinero o detrás de cada esfuerzo qué hay.
Recordaba algo que confesó alguna vez el DT Comesaña respecto al título ganado como jugador. Contó Julio que después de la celebración en el terreno de juego llegó al camerino, se sentó y pensó: ¿y ahora qué? ¿Sólo por este instante nos ‘matamos’ todo el año? De igual manera alguien me preguntaba, por estos días, si el éxito cansaba o hastiaba.
Bajémonos por un momento de esa batahola de sorpresas agradables y desagradables que produce el equipo del alma. No creo que el éxito sea un problema si estamos conscientes de lo que trabajamos y hacemos. Para los triunfos como para las derrotas hay que estar preparados y hay quienes se dejan arrollar por el éxito. En palabras menos enredadas, hay que saber de dónde venimos y para dónde vamos. Es que en el fútbol hay que demostrar a diario lo que somos y valemos. Hoy hay un grupo de jugadores del Junior que parecen haber perdido el valor y los costos del éxito.
El mismo club no ha podido crear un mecanismo que le permita hacer contrataciones conscientes. Lo que ha pasado sucesivamente con Álvez, ‘el Mudo’, Matías, ‘Cariaco’, Yohandry y Farías. No nos detuvimos a pensar en ese roto deportivo y económico porque, finalmente, fuimos y somos bicampeones. Y eso sin contar con otro grupo de colombianos como el caso de Rangel que nunca se pudo adaptar o encontrar un lugar en las alineaciones titulares.
El éxito sucesivo, los jugosos premios, los buenos comentarios velaron los errores de contrataciones y de toma de decisiones que ahora, cuando las cosas no marchan bien, han comenzado a salir a flote y más que bajarse del Junior lo que necesitamos es bajarnos de los éxitos y poner los pies en la tierra para volver a edificar lo que hemos dejado desmoronar.
Diagnosticar lo que pasa en Junior no es fácil. Son muchas cosas, de ahora y de antes, que dejamos pasar porque el éxito nos atropellaba, pero después de subirnos a la nube lo más cerca que puede pasar es que nos caigamos. Como la caída que estamos viviendo en este momento. Paremos y analicemos. No sigamos corriendo detrás de algo que ya no sabemos exactamente qué es...
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