El round Pumarejo-Dane
Admitiendo que resulte válida la justificación de separar a Barranquilla y Soledad en las mediciones de pobreza y hambre, lo que el director del Dane ha consentido realizar este año, lo emergente en este debate es que la ciudad está demandando, sin duda, un fortalecimiento de sus esfuerzos sociales, entendiendo que no solo bastan las asignaciones programadas en salud y educación.
Como se sabe, el Dane es la entidad que fabrica la estadística oficial y sirve para que el Estado nacional y territorial trace políticas públicas y tome decisiones. Es muy importante, por tanto, lo que hace el Dane para la sociedad colombiana. A veces se cuestionan sus datos, pero es el único referente institucional robusto que seguimos teniendo en materia de estadística. Y lo que diga hay que tomarlo con suma atención.
Hace unos días se produjo un choque entre el alcalde de Barranquilla y el director del Dane en torno a las cifras que el organismo entregó sobre pobreza y hambre en la ciudad, incluida el área metropolitana de Soledad. Me parece conveniente una meditación sobre el tema.
En efecto: la estadística gubernamental está mostrando que la pandemia disparó la pobreza y esta acentuó la restricción en el acceso a los alimentos, cuyos precios, además, han subido enflaqueciendo el ingreso familiar.
Yo interpreto que la polémica desatada por el alcalde surge por las afectaciones políticas que le causan las cifras divulgadas, en términos de legitimidad, al modelo de gestión que ha prevalecido en el Distrito en los últimos años. Que tiene éxitos indiscutibles, pero también insuficiencias notorias.
Admitiendo que resulte válida la justificación de separar a Barranquilla y Soledad en las mediciones de pobreza y hambre, lo que el director del Dane ha consentido realizar este año, lo emergente en este debate es que la ciudad está demandando, sin duda, un fortalecimiento de sus esfuerzos sociales, entendiendo que no solo bastan las asignaciones programadas en salud y educación.
No se trata de borrar de los presupuestos y las inversiones distritales, el desarrollo material, la infraestructura, pero estoy convencido de que requerimos imaginar - con generosidad - una ciudad que vaya más allá de los malecones y de la mercantilización del suelo en la ribera del Río Magdalena y en Mallorquín.
El embellecimiento urbano, sí. Desde luego. Sin embargo, urge totalizar el modelo de ciudad con un componente humano más agresivo y revolucionario. Hacia allá hay que dirigir gigantescos volúmenes de inversión.
En otras palabras: tenemos que gobernar a Barranquilla con un discurso más incluyente, plural y solidario. Eso implica un giro valeroso. Y hay que darlo, sin aplazamientos, mediante una decidida maniobra de cambio. Es la única manera de que las venideras mediciones de la ciudad reflejen disminuciones contundentes en pobreza y mendicidad callejera.
En este proceso transformador es fundamental remolcar a Soledad, municipio cuya incapacidad institucional ha entorpecido de manera grave sus avances sociales.
Es esencialísimo que la agenda de Barranquilla refuerce el rol articulador que le corresponde cumplir en el impulso del desarrollo metropolitano, pues lo que pase en el vecindario va a impactar siempre, para bien o para mal, los indicadores distritales.
@HoracioBrieva
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