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Opinión

Afganistán: las mujeres, los niños y las niñas

Leer sobre las medidas de los Talibanes en Afganistán contra las mujeres, inevitablemente nos recuerda que ser mujeres es un riesgo enorme, que el peligro siempre está al acecho y que no hay otro camino que deconstruir por completo el patriarcado en todas las culturas.

Es imposible guardar silencio o ser indiferente frente a la cruda realidad del - Régimen Talibán - una situación que nos recuerda que todo fundamentalismo trae consecuencias adversas y de significativa vulnerabilidad de los derechos humanos; partiendo de esto quiero hacer énfasis en los derechos femeninos y los de los niños y las niñas, dado que al leer respecto a las prácticas aprobadas en contra de las libertades de esta población se reconoce que el patriarcado se convierte en la estructura de dicho régimen, en el que los cuerpos de los  niños,  las niñas y las mujeres, tienen dueño, mandatos y sometimientos que complacen intereses ajenos a su dignidad y Derechos.

Frente a esta dolorosa realidad, he leído en diferentes plataformas la pregunta ¿Dónde están las feministas? Esa pregunta surge siempre que se vuelve tendencia el tema de los problemas de las mujeres, de eso que sucede todos los días pero que no siempre alcanza el protagonismo mediático, la respuesta es clara, las feministas estamos día a día trabajando sin descanso, muchas veces en el anonimato y sin esperar que los medios de comunicación cubran las acciones que lideramos desde las diferentes causas sociales. Por ello, propongo que se generen reflexiones despojadas de juzgamientos a terceros. Vale la pena, preguntarnos:

¿Que hemos hecho para erradicar las prácticas patriarcales en nuestros contextos y para garantizar los derechos de las mujeres o donde hemos estado mientras los niños, las niñas y las mujeres son violentadas y/o violadas?

En este sentido, es importante que el tema de las mujeres en Afganistán no sea un “boom” mediático más, que se disipa con el paso de los días y que encuentra su inaceptable "descanso" en el olvido. Que el dolor, el miedo, la agonía de quienes padecen el régimen Talibán, nos traslade a nuestras realidades que tienen muchas veces algo de “Afganistán”, es decir, no es que estemos tan a salvo, puedo afirmar sin miedo a equivocarme que en muchas de nuestros territorios o familias se viven acciones de violencias normalizadas y arraigadas. De este modo, el camino que el mundo debe tomar es seguir unidos y unidas en el rechazo total de todo régimen que impida la garantía de los derechos, seguir moviendo las redes sociales y las diversas plataformas que no tienen frontera alguna, por el poder de la virtualidad. Ya es un avance que los voceros del régimen expongan que respetaran a las mujeres (sabemos que eso no es del todo verdad) esto no representa una transformación del patriarcado, pero sí informa que el rechazo mundial de sus prácticas tiene un impacto y debemos seguir hasta lograr que ninguna mujer sea asesinada o violentada por no cumplir los mandatos, también que ningún niño o niña sea vendido para placeres adultos y sometimientos que lapidan su existencia.

Leer sobre las medidas de los Talibanes en Afganistán contra las mujeres, inevitablemente nos recuerda que ser mujeres es un riesgo enorme, que el peligro siempre está al acecho y que no hay otro camino que deconstruir por completo el patriarcado en todas las culturas.

Acá les comparto un resumen de las muchas situaciones - inhumanas - a las que las mujeres se deben enfrentar y de las cuales, son víctimas:

  • Completa prohibición de cualquier tipo de actividad de las mujeres fuera de casa a no ser que sean acompañadas de su mahram (parentesco cercano masculino como padre, hermano o marido)

  • Prohibición de estudiar en escuelas, universidades o cualquier otra institución educativa.

  • Prohibición del uso de cosméticos (a muchas mujeres con uñas pintadas les han amputado los dedos)

  • Prohibición de asomarse a los balcones de sus pisos o casas.

  • Prohibición de escuchar música o ver películas.

Ante esto no queda otro camino, que unirnos para lograr un mundo apto para la vida humana, desde el marco de los derechos. Como afirma Rose Luxemburgo: “Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.

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