Aludiendo a mi hermano, que es grande y robusto, alguien dijo que era “un mamotreto”. El término se refiere a cosas y no a personas. ¿Es cierto? E. A. F., B/quilla
No lo es. Mamotreto viene de la creencia popular de que cuando las abuelas se encargan de la crianza de los niños son más permisivas ante la glotonería, lo que los hace gordinflones y grandes. Deriva del latín mammothreptus, y este del griego mammóthreptos, formado por mámme ‘abuela’ y threptós ‘criado’, es decir, ‘criado por la abuela’. Hoy, mamotreto se usa más como sinónimo de armatoste, algo enorme de dudosa utilidad.
¿Por qué algunos autores escribieron trilogías, cuartetos, quintetos o septetos, como la Trilogía de Nueva York, de Paul Auster; El cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell; El quinteto de Mr. Ripley, de Patricia Highsmith, y En busca del tiempo perdido, de Proust? JATS, B/quilla
Las razones son múltiples y tan simples como indescifrables. Hay tres que destaco: 1) la perspectiva estética de cada escritor, que, por lo general, antes de la plasmación de una nueva obra es secreta, insondable y hasta misteriosa; 2) exigencias editoriales para no complicar el aspecto formal del libro como objeto de lectura; 3) que al autor se le haya alargado la saga o lo narrado y haya evaluado que era mejor separar la obra en volúmenes o en sectores espaciales o temporales o de personajes, para que, haciéndole una concesión al lector, la lectura le resulte diáfana y fácil. Esto significa que cada quien tiene su ‘manera de matar pulgas’, acción que en el caso de la escritura literaria es motivada por particulares necesidades expresivas. Las obras que usted menciona debieron de haber sido muy entrañables para sus autores, y son capitales en la literatura universal de Occidente, más allá de que su extensión haga que más de una vez el contenido central se vaya por las ramas.
¿La expresión “ay, niña”, mayoritariamente femenina, qué origen y qué significado tiene: despectivo, admirativo, halagüeño? GCL, B/quilla
Esta es una frase de expresión afectiva, que son aquellas con las que además de afecto puede manifestarse alegría, rabia, ironía, compasión. Esto último, compasión, es lo que indica el ‘¡ay!, niña’, usado en la Costa, en particular en la zona del Cesar y La Guajira. Ese sentimiento de compasión o comprensión del dolor ajeno se nombra mediante la interjección ‘¡ay!’ unida al sustantivo ‘niña’, que no se refiere propiamente a una niña pequeña ni es la forma de dirigirse a señoras prestantes, como dice el Lexicón del Valle de Upar que antiguamente se hacía, sino que engloba la consideración de alguien hacia un ser vivo, animal o vegetal, o, incluso, hacia un objeto: ‘¡Ay!, niña, Juan está arruinado’; ‘¡ay!, niña, las matas están muriendo de sed’; ‘¡ay!, niña, pobre carro, ¡qué ajetreo le dan!’. Con mucha frecuencia, decir ‘¡ay!, niña’ implica cierto manierismo o ciertas inflexiones de voz que hacen de esta una frase de uso mayoritario femenino.