El hambre es una enfermedad que tiene manifestaciones clínicas, definidas con efecto en diferentes partes del organismo, evolucionando si no se interviene a severos daños. La desnutrición que acompaña al hambre lleva a daños neurológicos severos, más evidentes en niños con retraso mental, alteración intelectual, cambios de comportamiento y alteraciones graves e irrecuperables. Con repercusión en todos los sistemas del cuerpo humano, incluyendo alteraciones de la piel, músculos, huesos, digestivo, cardiaco, endocrino u hormonal, metabólico, que traen como consecuencia serias alteraciones en los individuos que alcanzan en medio del hambre, la desnutrición o déficit de nutrientes. Vencer el hambre ha sido difícil en la historia de la humanidad, desde las épocas prehistóricas hasta la actualidad, cuando se conoce que ha afectado unas 811 millones de personas, según “El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2021 (SOFI)”, elaborado por cinco agencias de Naciones Unidas.

Por otro lado, Oxfam, Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre fundado en Gran Bretaña en 1942, grupo internacional conformado por 19 organizaciones no gubernamentales, que realizan labores humanitarias en 90 países, advierte de que es probable que hasta 11 personas estén muriendo de hambre cada minuto, superando el número de muertes que provoca la covid-19, que fue de 7 cada minuto, en junio de 2021.

La covid-19 empeoró la situación para millones de personas hambrientas, envueltas en múltiples conflictos, enfrentadas a un fuerte cambio climático, viviendo en condiciones inequitativas y desiguales, en medio de un sistema alimentario poco funcional, con políticas insuficientes, corrupción y grandes dificultades para una buena cadena de producción de alimentos, con trabajadores del campo sumidos en la miseria, sin tierras ni elementos para cultivar. Mientras tanto los países ricos aumentan sus ingresos en la producción de alimentos, vendidos a mayores costos derivados de la guerra Rusia-Ucrania

Un estudio hecho en México refiere que la desnutrición como causa de morbilidad, (enfermedad) y mortalidad constituye un problema de carácter social, siendo la consecuencia de una dieta insuficiente, originada por bajos ingresos económicos

El desequilibrio global, que ha interferido en el aumento del hambre está reflejado también en Colombia con cifras según, El estudio Tendencia temporal de la mortalidad por desnutrición en Colombia, 2005-2019, “La mortalidad por desnutrición en Colombia es un evento de baja prevalencia, pero de alto impacto, sin embargo, es un evento prevenible, por lo que los países deben implementar medidas para intervenir sus causas y mitigar sus consecuencias”.  Este mismo estudio considera que la tendencia a la disminución de las tasas de mortalidad por desnutrición en Colombia, puede estar asociada con el desarrollo social y económico del país, aplicando una gran diversidad de estrategias de intervención en salud pública enfocadas en temas de seguridad alimentaria y nutricional.  Pero a partir del 2017 se observa un ligero incremento en estas tasas, lo que hace necesario continuar el seguimiento para establecer si hay una tendencia real al aumento y estudiar los posibles factores involucrados.

La intervención de los nuevos crecimientos del hambre, en departamentos como la Guajira y el Choco, empeoradas por diferentes circunstancias actuales, desplazamientos, terrorismo, inseguridad, corrupción, y otros, ameritan una intervención urgente, para enfrentar la inseguridad alimentaria y sus causas, que de no hacerse podrían empeorar. Se deben colocar recursos para financiar sistemas de protección social en forma permanente, así como programas que aborden las necesidades de las personas vulnerables y permitan salvar vidas de manera inmediata, evitando el robo de alimentación, y en algunos casos disminuyendo los niveles de delincuencia asociados al hambre y a la pobreza.