¿Debe el arte adaptarse al vulgo o el vulgo al arte? Máximo Iglesias S., Bogotá
El vulgo o el pueblo es el que debe adaptarse al arte. Porque el arte ‒y ahí reside uno de sus misterios‒ no puede transformarse para que alguien lo entienda, porque se estaría falseando su naturaleza, su integridad, y se perdería su esencia a manos de los arreglos musicales, de las reproducciones plásticas, de los ajustes a las obras literarias llevadas al cine, y ese alguien solo percibiría un producto espurio, adulterado. Entonces, ¿cómo puede la gran masa apropiarse de una obra maestra sin que esta sufra la más mínima alteración?, ¿cómo hacerle llegar al pueblo la obra de arte? Tarea mayúscula, pero no imposible. Lo mejor sería intentar mejorarle el gusto mediante el hábito y hacer que los más sensibles ingresen a esa especie de elite, de la que ya no querrán salir una vez se familiaricen y le hayan tomado el gustillo, y una vez comprueben que el arte no es gratuito y que exige una dosis de esfuerzo, que al final será muy recompensada. Hay un ejemplo exitoso, y es el de la extinta Colcultura, que a partir de 1972 le entregó al pueblo colombiano una biblioteca básica completa a tres pesos de entonces el volumen. Como conclusión, esto significa que con un bajo presupuesto puede llevarse la cultura universal al pueblo.
De niños, cuando nos invitaban a un cumpleaños llevábamos la ‘cuelga’. ¿Ya no se dice así? Mara Consuegra, B/quilla
La ‘cuelga’ es una tradición originaria de León, España. Consiste en un cordón largo que se anuda por los extremos para formar un collar al que se le va colgando flores, chocolates, confites y otros tipos de dulce. Durante la fiesta de cumpleaños de una persona –nunca otro día ni por cualquier otro motivo– la sorprenden echándole la ‘cuelga’ al cuello, de la que luego los invitados pueden desprender algo de lo que en ella está colgado. Ese collar, que simboliza un abrazo, expresa el deseo de venturas para el cumplimentado. En nuestra Costa, la ‘cuelga’, que no se echa al cuello, se transformó en el regalo que un adulto o un niño le llevan a otro niño en su fiesta de aniversario. Aunque no por completo, la costumbre leonesa, en España, y la palabra ‘cuelga’, en Colombia, han caído en desuso.
Nota: A raíz de mi alusión de hace una semana a la utilidad del matarratón, una lectora acota lo siguiente: “Con agua de matarratón bañan a las personas afectadas por varicela para que no sientan picazón, y es común ver a los trabajadores de construcciones que dentro de sus gorras ponen hojas de matarratón para refrescarse”.


