En los últimos años, el consumo de marihuana se ha normalizado en muchos países y culturas. Su acceso es más amplio, su percepción de riesgo al consumirla ha disminuido y cada vez es más común encontrar parejas en las que uno o ambos consumen.
Sin embargo, más allá de debates legales, religiosos o morales, es importante examinar cómo afecta este consumo a la relación de pareja.
Aunque algunas personas reportan que “les ayuda a relajarse”, la evidencia con investigaciones médicas y psicológicas muestran que, en muchos casos, el consumo regular puede generar tensiones, desconexión emocional y dificultades en áreas fundamentales de la vida en común.
La marihuana puede afectar la motivación, la disciplina y la capacidad de organización. Esto impacta directamente en la vida en pareja de la siguiente forma:
-Tareas del hogar que se posponen continuamente por dedicar el tiempo al consumo.
-Falta de iniciativa en decisiones importantes, dado que la marihuana induce a dejar que las cosas sigan como están. Esto lleva generalmente a proyectos de vida estancados.
-Percepción de carga desigual, donde uno (el que no consume) siente que “pone más” que el otro (que consume) en las labores hogareñas.
Con el tiempo, esto genera resentimiento, discusiones frecuentes y sensación de injusticia en la relación.
Otro de los efectos más comunes de la marihuana es la alteración en la percepción emocional. Aunque el consumidor puede sentirse relajado, a menudo la pareja experimenta:
-Problemas de comunicación emocional, especialmente cuando el consumo se usa para evitar conversaciones difíciles.
-Desinterés o desconexión, porque la persona bajo los efectos puede mostrarse menos atenta o presente, dado que generalmente está en su viaje personal.
-Cambios de humor, porque generalmente está con estados de irritabilidad, antes o después de consumir.
-Falta de motivación para abordar temas importantes que son fundamentales para la pareja.
Con el tiempo, esta distancia emocional puede convertirse en un muro que impide la expresión de necesidades, la empatía y la intimidad psicológica.
Aunque algunas personas reportan sensaciones intensificadas durante el acto sexual tras consumir marihuana, la realidad clínica muestra un patrón distinto en el uso regular:
-Disminución del deseo sexual. Generalmente la actividad sexual no es motivante por la dificultad para conseguir la lubricación, mantener la erección o para llegar al orgasmo.
-Menor conexión emocional durante el encuentro sexual, porque el foco se desplaza hacia sensaciones físicas más que hacia la reciprocidad afectiva.
No olvidemos que la intimidad en pareja no solo es física; requiere presencia, sensibilidad y disponibilidad afectiva. El consumo puede restarle calidad y profundidad al encuentro íntimo de la pareja.
@drjosegonzalez


