La democracia sin duda es el sistema de gobierno mas adecuado para la representación soberana de un pueblo. Para elegir el presidente correcto, podemos tomar lo mejor de sistemas democráticos históricamente consolidados como: Islandia y Finlandia, caracterizados por su absoluto respeto por la pluralidad política y democratización de su proceso electoral.

El desconocimiento de antecedentes de los candidatos, siendo peor inclusive, omitir la valoración de sus antecedentes criminales, han permitido a la ciudanía, elegir absurdamente a expresidiarios, condenados o a sus familiares, como muestra de una vergonzante carencia de cultura política.

Por supuesto es vital para la democracia colombiana examinar las dimensiones: personal, legal y laboral del candidato, profundizar en el estudio de su programa, para finalmente votar.

Noruega, Islandia y Suecia son algunos de los países con los más altos estándares de democracia del planeta. Sin duda, la dimensión personal de su dirigencia, de manera generalizada, tiene como cualidad tener una personalidad férrea y sólidamente revestida de valores y principios, tales como: el auto control de emociones, respeto hacia la diferencia, del orden institucional y de la diversidad de opiniones.

Excepcionalmente en tales democracias se encuentran las personalidades tipo de nuestros países, presidenciales: histéricos, fabulosos, belicosos y venales. Cafres que ofrecen balas y bombas.

Antes que todo el presidenciable que reclama nuestra sociedad es un buen ser humano moralmente consistente.

Soy del criterio, que mientras la sociedad oriental centra sus esfuerzos en el crecimiento del ser humano, autorregulando las relaciones de sus coasociados con base en conservar el respeto de sus principios y valores ancestrales.

La sociedad occidental sucumbe ante la pérdida de éstos, convirtiéndonos en sociedades anárquicas involucionadas, particularmente violatoria de los principios y valores democráticos que permiten elegir los peores presidentes.

Robar y hacer son estribillos se han utilizado para normalizar inaceptablemente la ilegalidad de la democracia en américa. Elegir un presidente, congresista, diputado, concejal, gobernador o alcalde en Colombia, sin examinar sus antecedentes de legalidad, es como si metiéramos un hampón a vivir en nuestras casas.

Para elegir correctamente presidente debemos dedicar el tiempo necesario evaluando sus antecedentes de ilegalidad antes de votar. ¿Después ya para qué?

En definitiva, no hay que elegir el presidente que menos antecedentes de ilegalidad tenga, sino, por el contrario, quien que no tenga antecedente criminal alguno.

En estos momentos lo que se impone es desaprender la forma nociva como en Latinoamérica, el caribe y Colombia, se ha venido eligiendo presidente, manipulados por el miedo, odio y desinformación.

@Orlandocaba