El fallo absolutorio al expresidente Uribe es una buena noticia para él y su familia, para el Centro Democrático y el país, beneficiario de su patriotismo y de su gobierno.

No hay reparación posible a quien el país le debe gratitud por haberlo sacado del caos al que, infortunadamente, regresó por la traición de Santos a la persona y a los principios y votos que lo llevaron a la presidencia, sumada al atropello a la democracia en el plebiscito y a un Acuerdo que le reabrió las puertas al narcotráfico.

La libertad del expresidente despeja el panorama de la centro - derecha para 2026, cuando el país demanda un liderazgo claro para salir de la crisis, más grave que la de 2002, cuando estaba tomado por el narcotráfico y Uribe fue una solución.

¿Cuál es hoy la diferencia? Primero: El crecimiento. Uribe recibió el país con 145.000 ha. de coca y la inercia de su gestión lo llevó a 47.000 en 2012, cuando inician las negociaciones con las Farc. En 2015 se dejó de fumigar en todo el país y, en 2018, Santos entregó 171.000 ha., un nivel superior al de comienzos de siglo.

Segundo: La Paz Total y el Pacto de la Picota. Petro candidato les ofreció a los grupos ilegales “perdón social” en las cárceles y Petro presidente formalizó el ofrecimiento con su “Paz Total”, pero todos los bandidos le hicieron conejo. Resultado: Petro recibió 230.000 ha. En 2023 ya eran más de 253.000 y, sin cifras oficiales, los expertos la estiman 280.000 en 2024.

Tercero: La relación con Estados Unidos. Asertiva y con resultados hasta 2022, hoy es un desastre. Hace un mes el país recibió una descertificación limitada que aconsejaba prudencia, que nada tiene que ver con sumisión al imperialismo ni con otras locuras del presidente, sino con pragmatismo para el bienestar de los colombianos.

Esa es la cuarta diferencia: El sentido común remplazado por la insensatez de la diplomacia ideologizada... por el desvarío. Si el último Consejo de ministros volvió a dejar la sensación de desgobierno, la entrevista a Daniel Coronell de Univisión, un “periodista cercano” para él, fue lamentable. No le bastó con la invitación callejera, días atrás, a los militares estadounidenses a desobedecer a su comandante, sino que remató con una incitación golpista: “Cambiar a Trump…, si no, sacar a Trump”.

Dejo algunos comentarios del entrevistador: “Nunca lo había visto tan perturbado”… “No es capaz de dimensionar su tamaño real en la escena mundial”… “Sin la capacidad de dimensionar el problema en que está metido y con él Colombia”… “Quería hablar para él mismo y para un público que se imagina”.

La pregunta se impone: ¿Quién nos gobierna?... La respuesta también: aferrarnos a la esperanza para derrotar el caos en 2026.

@jflafaurie